«Cada vez son más los convenios reguladores de divorcios en los que se recoge la situación de la mascota», afirma la abogada Lourdes Cano, que es miembro de la Comisión de Protección Animal y Medioambiental del Colegio de Abogados de Córdoba, y ayer participó en la tertulia Animales domésticos y crisis de pareja, celebrada por esta institución.

Esta profesional admite que «antes era muy raro», pero ya ha trabajado en procedimientos en los que se dertermina con quién vivirá el animal y las obligaciones que se asumen.

Cano destaca que «el Código Civil no obliga al juzgador a dictar resoluciones» sobre esta cuestión, aunque ya hay jueces que se pronuncian sobre el futuro de la mascota cuando la familia decide separarse. En esta línea, recuerda que a nivel nacional se había planteado una proposición de ley (que no avanzó por el adelanto electoral) en la que se modifica la consideración de los animales, «que pasarían de ser cosas a seres sintientes». Si se llegase a aprobar, su custodia sería una cuestión más a resolver en el divorcio de un matrimonio si una de las partes lo plantea, avanza.

De su parte, la vicepresidenta de la Asociación Española de Abogados de Familia, María Pérez, que también intervino en la tertulia, comenta que ni en Sevilla ni en Córdoba se han conocido resoluciones sobre el conflicto de quién se queda con la mascota que hayan llegado a las audiencias provinciales y entiende que esto puede ser señal de que se ha alcanzado un acuerdo previamente.

Sin embargo, a nivel nacional ya han trascendido algunas sentencias en las que se ha establecido la custodia compartida de un animal, por lo que explica que «la realidad social va empujando para que tengan que resolver los tribunales, porque no hay ley que lo regule».

De este modo, abunda en que «hay muchas parejas homosexuales que no tienen hijos y sí animales de compañía», detallando que en las decisiones adoptadas «he visto dos líneas: una en la que los jueces lo adjudican al propietario y otra para compartir la custodia en función de quién lo ha cuidado». Esta profesional cree que «salvo que una parte no lo quiera, lo prevalente debe ser que en el mismo sistema que se regulen las estancias de los niños también esté el perro» para que puedan mantener su relación.