Con 16 años, algún compañero se escapaba de clase y echaba veinte duros a la tragaperra del Trevi. Dicen que un día ganó 5.000 pesetas. Cuando estudiaba en Sevilla y no teníamos dinero para salir, íbamos al Bingo Andalucía. Éramos seis, poníamos dos euros cada uno y jugábamos seis cartones, poco a poco, echando la tarde. No llevábamos nada más en los bolsillos, por si acaso. Si ganábamos íbamos de fiesta, si no, a casa. Ya con 25, alguna visita al casino. Sinceramente, no sé qué habría sido de nosotros si hubiéramos tenido un salón de juegos en cada esquina o un móvil para jugar ‘online’, como ahora.