-¿En qué consisten las charlas que la Asociación Hogar Mariposas imparte por los centros?

-Ofrecemos charlas de prevención de las ludopatías, pero ya casi son de intervención porque nos encontramos con el problema. Les damos la voz de alarma a los jóvenes de lo que está pasando. Es una barbaridad lo que están haciendo con los chavales, que cada vez empiezan a jugar a más temprana edad, gastándose el dinero que no tienen.

-¿Qué se puede hacer con los chicos con problemas de juego?

-Lo primero es hacerles conscientes de que es una adicción, que crea una dependencia. Hace 20 años empecé a trabajar con drogodependencias y puedo decir que el juego es una droga más, con la misma sintomatología. El impulso del juego es disruptivo, incontrolable y maneja la personalidad y el entorno. ¿Qué diferencia hay con que el chaval consuma juegos o cualquier otro tipo de tóxico? En casos extremos, la adicción también va pareja a conductas delictivas, como la usurpación de identidad o el robo.

-¿Cuándo hablamos de adición?

-Hablamos de adición cuando se ha perdido del control del impulso, al margen de la que sea la sustancia. Hablamos de ser un monigote en manos de una máquina o de un cigarro.

-¿Son conscientes los chicos del peligro de no controlar?

-Nos pasó la semana pasada, en un centro estudiantes de Informática, donde nos decían que el problema no iba con ellos. Pero cuando tú les haces ver que sí puede haber un problema o le preguntas cuántas veces te has arrepentido al día siguiente de estar tanto rato jugando, cambia la cosa. Eso es lo que les hace ver que hay un problema.

-¿Si los padres detectan el problema, qué deben hacer?

-Lo primero es ser conscientes del problema, que es lo más complicado. Luego poner orden en la casa, poner orden y normas, trabajar por objetivos, y hacer un registro. Los jóvenes tienen una noción equivocada de las tecnologías, creen que son un derecho y no son conscientes de que son un privilegio. En muchos casos, el móvil es un lujo que se lo están pagando los padres. A veces, le compran al niño un móvil que ni ellos mismos se permiten.

-¿Que el juego no tenga aparentemente efectos nocivos para la salud dificulta la recuperación?

-Esa es la controversia. A largo plazo el juego es devastador y el problema es que esta adicción nunca viene sola. Cuando un chico se mete solo con las tecnologías en su cuarto, rara vez no trae problemas arrastrados con el consumo de bebidas energéticas, cannabis o trastornos alimentarios. El problema es que la persona se vuelve vulnerable al ser adicta.

-¿Qué les piden los profesores cuando van a dar las charlas?

-Algunos profesores esperan una solución como de varita mágica. Pero con quienes hay que trabajar de verdad es con los padres, a los que hay que ayudar, por eso también damos terapias individuales y colectivas.

-¿Qué consejos le daría a los padres?

-Los padres deben ser responsables de sus hijos, deben estar y saber que no pasa nada por confrontar con los hijos. Algunos me dicen: «Es que como yo le quite el móvil a mi hijo...» Pues no pasa nada, el síndrome de abstinencia se pasa, les digo.

-¿Es un problema más de niños que de niñas?

-No, quizá a las salas suelen ir más los chicos, pero con los juegos online eso es incontrolable.

-Algo de optimismo. Del juego se puede salir, ¿no?

-Claro que se sale. La adolescencia es una edad experimental y de riesgo por eso es importante no echarles la culpa al 100% a los chicos, es importante la supervisión de los padres y que no tengan miedo a reñirles. Que los padres no se digan: «Mi niño está mejor encerrado en su cuarto que en la calle». Qué fiscalicen lo que hace ahí. Vamos a mandar un mensaje positivo porque se sale, por supuestísimo, pero hay que mandar un mensaje a los padres para que no se relajen y den ejemplo.