¿Estamos hoy, a finales de enero de 2020, en Córdoba y su provincia, mejor o peor que hace 20 años? Pues los estadísticos (del INE) nos dicen que más o menos igual. En el año 2000, la renta por habitante en Córdoba era de 10.784 euros, el 67% de la media de España. En 2017, la renta fue de 17.964 euros, el 72%.

Si le preguntamos a los mismos estadísticos nos dirán que es muy posible que la renta haya subido hasta casi los 19.000 euros en 2019, pero que habremos reducido poco la brecha. De hecho, la Encuesta de Población Activa (EPA) que conocimos el pasado martes, sigue estando por encima del 20 por ciento, con una población que apenas ha crecido en 13.000 personas en estos 20 años.

¿Por qué nos ocurre? Los economistas (del Observatorio Económico de Andalucía y de la Universidad Pablo de Olavide) nos recuerdan que somos una de las provincias con menor inversión pública de Andalucía, que, a su vez, es una de las regiones con menor inversión pública de España. Entre 2000 y 2018, hemos estado entre el 70 y el 80 por ciento de la licitación pública por habitante media de España y, junto a Jaén y Sevilla, por debajo de la media andaluza.

Los retos de Córdoba y su provincia son conocidos, empezando por la falta de inversión pública -en nuevas infraestructuras y modernización de las existentes- y el apoyo decidido y sin prejuicios a las empresas, desde todas las administraciones y en todos los municipios. Un apoyo bien entendido en el que se les facilite trabajar, eliminando obstáculos inútiles, porque cuando a una empresa le va bien y crea empleo, nos va bien a todos.

El auténtico reto es poner a Córdoba por encima de todo, sea cada cual del partido, institución u organización que sea, y reconocer, con los hechos, el valor que tiene hacer empresa. Porque el futuro es de nuestros hijos, los jóvenes, que deben poder construir sus proyectos de vida aquí, sin verse forzados a irse por falta de oportunidades.