Córdoba me vio nacer y crecer y ahora vuelvo a recorrerla de la mano de mis hijos. Córdoba es una ciudad hermosa que destaca por su patrimonio histórico y cultural pero que también ha sabido modernizarse a través de actuaciones clave alrededor del tren y del río. El mayor problema de la ciudad tiene que ver con la falta de empleo. Es intolerable que una región con los recursos y las infraestructuras de Córdoba ocupe los puestos más altos de las listas de desempleados de nuestro país. Esto origina desigualdades sociales que lastran las perspectivas de progreso de la ciudad. La escasez de oportunidades laborales para los más jóvenes, un problema agravado en la provincia, limita las posibilidades de los profesionales mejor formados, contribuye a la despoblación de las zonas rurales y el envejecimiento de la sociedad en su conjunto, lo que impacta negativamente en el futuro de la región.

La falta de desarrollo del tejido productivo desde la Sierra a la Campiña hace que, a excepción de la industria joyera y a pesar de algunos intentos como el parque científico y tecnológico, el peso de la economía recaiga principalmente sobre turistas, comerciantes, agricultores y ganaderos. Por esto es capital desarrollar estrategias que mejoren la comercialización de nuestros productos al mismo tiempo que se requiere un compromiso institucional firme y sostenido en el tiempo que se traduzca en apoyo a nuevos sectores estratégicos, como puede ser el de las energías renovables, y que permita atraer a nuevos emprendedores.

Desde una perspectiva más amplia, Córdoba también afronta desafíos globales relacionados con la eliminación de desigualdades y la preservación del planeta para asegurar la prosperidad de todos los que vivimos en él. Para ello es clave incidir sobre el acceso a la cultura y la calidad de la educación de los cordobeses más jóvenes, asegurando mejores condiciones y mayores recursos para los docentes en todas las escalas del sistema educativo.