Córdoba fue uno de los enclaves más importantes no sólo de España, sino también de la vieja Europa y, por qué no decirlo, de Occidente. Pero en los últimos cinco siglos, la ciudad se ha visto ninguneada por múltiples causas. Pasado, presente y futuro son tres tiempos verbales que no siempre se llevan bien, pero para vivir el presente de manera digna y adivinar un futuro prometedor, el pasado es una de las llaves. En todo este tiempo, la ciudad no ha parado de crear y de sentirse especial, tanto que, para algunos, es el centro del mundo. Lo fue, pero para volver a serlo hay que trabajar duro y con amplitud de miras. A pesar de contar con unas de las tierras más ricas de la península, al no pertenecer la tierra a los mismos que la trabajan, no se produce ni inversión ni mejora en el campo ni en el sector agrícola. El sector industrial tampoco despega. ¿Qué nos queda? El sector terciario, «servicios y turismo». ¿En qué nos vamos a convertir? Claramente en un burdel, en un burdel de Europa, pero, ¿qué preferimos, ser un burdel caro o uno barato? Suena duro, pero prefiero un burdel caro, y es aquí donde el arte y la cultura, y la música tienen mucho que decir. Córdoba sigue creando y teniendo un gen de «ingenio y arte» único y especial. Por mucho que les pese a algunos, la guitarra de seis cuerdas se creó en Córdoba y la filosofía y la poesía han sido acervo popular y natural de los cordobeses. Córdoba y su provincia todavía tienen una oportunidad en el mapa social y económico mundial, y no solo por su patrimonio histórico, que es inigualable, sino por sus gentes y sus artistas.

¿Por qué no armar una sociedad en la que el ocio y la cultura sean el bastión de la economía y los artistas el perfume y la base en la que apoyarse? Me llevo dedicando a la música desde que era pequeño, y amo el flamenco y las músicas nuevas, pero, sobre todo, me siento orgulloso de mi ciudad, pero de puertas para adentro creo que nos queda mucho por aprender y hay que empezar a ser generosos con las nuevas generaciones porque les estamos dejando una casa preciosa, sí, pero con goteras, una cama sin colchón, sin almohada, sin sueños. ¿Seremos capaces de darle la vuelta a la tortilla? Mimbres hay. Tiempo de reflexión.