Al echar una mirada a Córdoba no hay que olvidar que se enmarca en un contexto sociopolítico concreto y de ahí hay que partir, pero sabemos muy bien qué actuaciones políticas y sociales han de ejecutarse que respondan a la construcción de una ciudad libre de violencias machistas y desigualdad, y el retroceso en estas materias es lo que más preocupa, empezando por la necesaria dotación de recursos a la provincia que aborde la situación concreta de las zonas rurales, que tenga en cuenta el aislamiento geográfico y la falta de anonimato, dificultades con las que cuentan las mujeres que quieren salir de la situación de maltrato.

A la hora de «construir» esta ciudad feminista, la colaboración con las asociaciones de mujeres y las plataformas feministas debe hacerse en un continuo hacer. Un ejemplo son las campañas, en las cuales si no se hace partícipe a la ciudadanía, el poder de concienciación de éstas no servirá para nada, con mensajes que más que dirigirse a la raíz del problema o a la pedagogía, se pone el foco en la «responsabilidad» de las mujeres, cuando ésta tiene que recaer en aquellos que cometen agresiones, violaciones, acoso... Pero también hay que incidir en la juventud, protagonista para construir ese futuro feminista. Una juventud a la que urge una formación feminista en las escuelas, consciente de las violencias que ejerce este sistema patriarcal, apostando por la necesaria colaboración entre los centros educativos y el Ayuntamiento, con programas que frenen las estrategias retrógradas y machistas que quieren negar la violencia de género y la desigualdad. Y, cómo no, ante las posiciones actuales antifeministas, que infundan odio, discriminación y desigualdad, que localmente en Córdoba se están expresando de multitud de formas, es necesaria la actuación y movilización de todos los agentes sociales, y de la ruptura de la complicidad y el silencio de las instituciones frente a esto, que sea coherente en la construcción de esa ciudad libre y feminista.