Córdoba tiene más de una docena de obras que se eternizan. En esa lista de proyectos inacabados hay iniciativas cuya construcción empezó pero que, ya sea por cuestiones económicas, por problemas con las adjudicatarias o por complicaciones que surgen durante la ejecución de los trabajos o en la tramitación, nunca terminan.

No se salvan ni los proyectos públicos, sean de la administración que sean, ni los privados. Es el caso del Museo Arqueológico, que tiene tras de sí una larga andadura. Hace veinte años, en el 2000, empezaron las obras de ampliación, ideadas por el Ministerio de Cultura a finales de los noventa, que estuvieron paradas y culminaron en el 2008, aunque el nuevo edificio no abrió sus puertas hasta el 2011. Durante las obras aparecieron restos del teatro romano de la Colonia Patricia y hubo cambios en el proyecto para integrarlos y por las necesidades de cimentación del edificio. Desde la apertura de la ampliación está pendiente la remodelación del palacio de los Páez de Castillejo, cuya fachada se va a restaurar ahora, pero eso solo es una pequeña parte de lo que queda.

Si hay un ejemplo de proyecto ambicioso iniciado y casi imposible de terminar, ese es el estadio de fútbol de El Arcángel. Diecisiete años han transcurrido desde que empezaron las obras para acometer la reforma de su preferencia, a la que siguieron más intervenciones, todas realizadas por el Ayuntamiento, que dejó pendiente la tribuna. Sin embargo, lo peor es el aspecto de espacio inacabado que tiene la preferencia, que ha inspirado distintos proyectos hoteleros y un centro de interpretación de las ciencias, el motomático, que no cuajaron.

Otro caso curioso es el de la piscina cubierta del Parque Figueroa, fruto de un convenio entre la Junta y la Diputación, que lleva catorce años en obras que se realizan de forma intermitente y que nunca terminan. La que se supone será la última actuación que necesita antes de su apertura está pendiente de licitación.

También hay obras diseñadas en los años de bonanza económica. De los primeros años de la década del 2000 provienen el tramo privado de ronda Norte, el Parque de Levante y la urbanización de la antigua Azucarera. Las tres obras quedaron paradas con la crisis y al poco tiempo de iniciarse y han estado paralizadas casi una década o más hasta que se han reanudado, pero, a ritmo muy lento en el caso del Parque de Levante, al que le queda mucho hasta verlo acabado del todo y con los equipamientos que piden los vecinos.

los centros de congresos / Entre las reformas que se eternizan están las del Palacio de Congresos y del centro de ferias del Parque Joyero. El Palacio de Congresos era un edificio con siglos de historia que necesitaba cambios para modernizar sus instalaciones y aumentar aforo. La Junta pensó en el 2012 en remodelarlo y realizar un salón de actos en condiciones y alguna actuación más. Todo se complicó, hubo problemas con la adjudicataria del salón de actos y resolución de contratos, por lo que necesitó más tiempo del previsto y, mientras eso ocurría, la Junta pensó que lo mejor era reformar todo el edificio para sacarle más partido. La primera fase, en vez de un año, necesitó cinco, y la segunda está a punto de empezar.

Su compañero de camino, el centro del Parque Joyero, solo necesitaba la remodelación del antiguo pabellón de Cajasur. La obra empezó hace cinco años pero no llegó a terminar, ya que surgieron discrepancias entre el Ayuntamiento y la adjudicataria que acabaron con la resolución del contrato y un proyecto a medio ejecutar. A esto se suma que la adjudicataria entró en concurso de acreedores. Ahora hay un nuevo concurso para culminar la reforma, que iba para poco más de un año y necesitará más de seis.

De la lista no se salva la biblioteca de los Jardines de la Agricultura, planificada antes de la crisis e iniciada hace seis años, que ha estado parada en varias ocasiones hasta que el Gobierno, tras resolver el contrato con la adjudicataria, pudo reanudarla con la empresa pública Tragsa, la misma a la que acudió la Junta para reiniciar el Palacio de Congresos.

Hay reformas, como la del Palacio Episcopal, que se dividen por fases y van más o menos bien hasta que se atascan en la última, iniciada hace seis años y sin acabar. Otras, como la rehabilitación del convento Regina, se quedaron en los trabajos previos, emprendidos por el Ayuntamiento hace seis años, y que no han tenido continuidad. Obra interminable es la del Templo Romano, pensada en distintas fases y paralizada en la última. Sin olvidar la culminada reforma de Magisterio, que ha necesitado seis años.