El dramaturgo cordobés Juan Carlos Rubio (Montilla, 1967) lleva «muchos años tratando de hincarle el diente a Séneca», y ahora lo hará dirigiendo al popular presentador de televisión y actor Jorge Javier Vázquez en un nuevo espectáculo que se estrenará en el Teatro Góngora el 13 de marzo. Pero antes de Desmontando a Séneca, del que también es autor del texto, el creador cordobés verá otro de sus montajes, Trigo sucio, sobre las tablas del Gran Teatro el día 31 de este mes, después de que la pasada semana se pudiera disfrutar de Juana, un espectáculo en el firma la dramaturgia y conjuga teatro y danza. Y es que este inquieto director de teatro, que después de 30 años no para de ver su mesa llena de proyectos, tiene la virtud de saltar del drama a la comedia, pasando por la danza o el musical, en su ansia por explorar territorios desconocidos.

-Acabamos de ver ‘Juana’, una dramaturgia suya, y en los próximos meses llegarán a Córdoba dos nuevos montajes con su firma como director. Parece que es profeta en su tierra.

-Es un regalo. Córdoba siempre me ha hecho sentir en casa y estoy muy agradecido al Gran Teatro y al Ayuntamiento por abrir sus puertas siempre a mi trabajo. Es un orgullo ir a Córdoba.

-¿Qué significa Córdoba para usted?

-Tu tierra está incrustada en tu mente, en tu cuerpo, en tu espíritu. Mis padres ya no viven, pero eran andaluces, he nacido en Montilla, donde tengo familia, y con los años cada vez siento más el pálpito de mi tierra.

-¿Qué le diría a los jóvenes cordobeses que ahora estudian Arte Dramático. ¿Que se vayan de la ciudad?

-No, creo que para desarrollarse hay muchas posibilidades. Cada uno debe, quizá, calibrar dónde está su ambición. Yo he colaborado hace poco con un cineasta montillano, Daniel Ruz, que ha reconvertido en cortometrajes dos piezas mías, y lo ha hecho desde Montilla. Ha decidido trabajar desde su localidad y creo que hoy en día todo es tan global que nos permite estar en un sitio y trabajar en el resto del planeta.

-Volviendo a sus montajes, primero veremos la comedia original de David Mamet ‘Trigo Sucio’. ¿Cómo lo ha enfocado?

-Es el cuarto espectáculo de David Mamet que dirijo, después de Razas, Muñeca de porcelana y La culpa. Lo he acometido con muchas ganas y es una comedia muy ácida e incisiva que toca un tema muy candente como es el acoso laboral. En este caso, con un personaje que, aunque no se llame Harvey Weinstein, es alguien muy parecido. Un tipo poderoso en el mundo del cine y con una cierta debilidad por acosar a actrices. Con eso, Mamet ha hecho una comedia muy inteligente y, sobre todo, tenemos un reparto espectacular. Estoy enamorado de esos cuatro actores.

-En efecto, dirige a un reparto en el que cuenta con Eva Isanta y Nancho Novo. ¿Es importante el tirón de los actores para que una obra tenga éxito?

-Lo más importante es el talento y, desde luego, los cuatro, tanto Eva y Nacho como Norma Ruiz y Fernando Ramallo, lo tienen. Además, se une que son rostros populares y eso también ayuda a que la gente vaya. Pero, al final, el público lo que quiere ver es talento. Lo otro sirve para llenar, pero lo importante es lo que pasa cuando se levanta el telón, y yo tengo la suerte de contar con actores deslumbrantes.

-Se echa de menos a Kiti Mánver en sus nuevos montajes.

-Es que está en la gira de Juntos, un espectáculo que no ha pasado por Córdoba y es una pena, porque llevamos de gira un año y medio y está gustando muchísimo.

-En marzo estrena en Córdoba un nuevo espectáculo de Jorge Javier Vázquez. Parece que el presentador y ahora actor no está dispuesto a dejarse dirigir por nadie que no sea usted. ¿Hay un ‘feeling’ especial entre ustedes?

-Me pasa con otros actores y actrices, que nos enamoramos. Y entre Jorge y yo ha habido mucha química desde que nos conocimos, es una persona muy entusiasta y es un placer trabajar con él porque derrocha ganas y humildad. Todas las circunstancias personales que le han rodeado últimamente, como su ictus y sus problemas de salud, de repente, le hacen el actor perfecto para este monólogo, en el que hablamos de la brevedad de la vida.

-En esta ocasión ha recurrido a un personaje muy cordobés, Séneca. ¿Qué es ‘Desmontando a Séneca’?

-Yo llevo muchos años queriendo hincarle el diente a Séneca, no solo porque sea paisano, sino por su inconmensurable perspicacia y talento para diseccionar el comportamiento humano, la vida. Me he centrado en sus libros filosóficos, donde da consejos muy básicos e interesantes de cómo enfocar nuestra relación con la vida y con la muerte. Le propuse a Jorge este viaje, en el cual él se enfrenta solo al público para, durante una hora y cuarto, contar esa parte de su viaje personal estos meses, todo lo que le ha ocurrido, e ir relacionándolo con las enseñanzas de Séneca. Comienza en un tono serio, pero, poco a poco, todo se va desmontando. Creo que podemos hablar de la muerte en un escenario y, aunque haya momentos que el espectáculo te provoque un pellizquito, básicamente lo que queremos es que la gente lo pase bien y se vaya a casa con ganas de vivir.

-Es la primera obra del presentador en la que estará solo en el escenario. ¿Tiene ya tablas suficientes para eso?

-Jorge tiene tablas para hacer una carpintería entera, y yo quise que se presentara solo en el escenario. Él hace una televisión muy viva, maneja a mucha gente en el plató y está muy acostumbrado. Además, es una persona con la se trabaja muy fácilmente, con muchas ganas de aprender, y ya lleva a sus espaldas dos espectáculos con largas giras. Es muy listo y está muy bien preparado para afrontar este reto que siempre supone estar solo en un escenario.

-¿Por qué el estreno en Córdoba?

-Tratándose de Séneca, ¿cómo no iba a estrenar en Córdoba? He estrenado muchos espectáculos aquí y Jorge está encantado. Ya lo ha dicho varias veces en su programa y se siente muy orgulloso de presentar el espectáculo en mi tierra, que también es la de Séneca.

-No cabe duda de que la variedad en sus montajes es una de sus señas de identidad. Pasa con suma facilidad del drama a la comedia, al musical o la danza. Parece que le gusta transitar territorios nuevos.

-Para mí, mi trabajo es una investigación continua. Igual que no me gusta viajar al mismo lugar, como creador me interesa mucho caminar por donde no he estado. Salto continuamente de un lugar a otro, aunque, en el fondo, todo se parece. Yo estoy contando historias, busco comunicarme con las audiencias, que son múltiples y hay muchas maneras de llegar a ellas. Hacer Juana me ha enriquecido muchísimo, ahora estoy con lo de Jorge y luego vendrá una nueva colaboración con Histrión Teatro. Voy dando saltos porque tengo la suerte inmensa de contar con una red muy jugosa esperándome, que son estas compañías, actores, actrices y productores.

-¿Qué le mueve a llevar algo a escena?

-La ilusión es el motor fundamental, no solo para llevar cosas a escena, sino para vivir. Con Desmontando a Séneca estoy muy ilusionado porque hacía mucho tiempo que acariciaba la idea.

-¿Qué tiene para que sigan llegando proyectos a su mesa después de 30 años?

-Lo primero, suerte; después, suerte, y, quizá, en tercer lugar, que soy trabajador y constante y he sabido rodearme de profesionales maravillosos de los que me beneficio constantemente de su talento. Es un regalo. Siempre me he dedicado a esto, primero como actor, después como guionista de televisión, dramaturgo y director de teatro, y me siento un privilegiado porque son tiempos difíciles, hay mucha gente con mucho talento trabajando y es un lujo tener proyectos por delante para muchos meses.

-¿Cómo se siente más cómodo, como autor, adaptador de un texto o dirigiendo?

-Me lo paso bien con todo. Es maravilloso que David Mamet tenga Trigo sucio, que Bernabé Rico confíe en mí y yo pueda jugar e ilusionarme con esta comedia maravillosa. Espero que la gente vaya a verla. Si Mamet tiene un texto que toca el acoso, ¿para qué lo voy a escribir yo si tengo la suerte de poder dirigirlo? Con Séneca no encontré ningún texto que me valiese, así que me lo he inventado y lo he hecho a medida para Jorge Javier. Yo lo que quiero es seguir contando historias.

-Todavía sigue girando ‘La correspondencia personal de Federico García Lorca’, un montaje en el que colaboró con Histrión Teatro y que ha recibido muchos premios. ¿Tiene especial predilección por esa compañía andaluza?

-La actriz Gema Matarranz y la productora Nines Carrascal son maravillosas, son de lo más precioso que me ha pasado en mi vida profesional y personal. Son dos seres de luz y de talento. Trabajaría con ellas el resto de mi vida. Volveré a colaborar con la compañía, esta vez con una comedia, porque después de hacer juntos algunos dramas, ahora necesitamos reír.

-Uno de los galardones que ha recibido esta obra lo consiguió en la Feria de Teatro de Palma del Río. ¿Qué le parece esa cita?

-Me parece una cita imprescindible. No sabemos la suerte que tenemos de que un festival así exista, y espero que las instituciones lo sigan apoyando porque es una catapulta muy buena para las compañías y siempre que he estado allí he salido muy contento.

-Pero no todo en su vida es teatro. También ha adaptado al cine ‘Las heridas del viento’, una de sus obras de referencia. ¿Qué le supuso convertirla en película?

-En realidad fue un regalo que Bernabé Rico me hizo. Me animó a llevar al cine esta historia, que ya habíamos hecho en teatro. Fue un reto maravilloso pero no tengo puesta mi energía en seguir dirigiendo cine. De hecho, Bernabé acaba de llevar al cine mi obra Cien metros cuadrados bajo el título El inconveniente, que se estrenará en el próximo Festival de Málaga. Yo he hecho el guión, está protagonizada por Kity Mánver, Juana Acosta y José Sacristán y estoy feliz de que la haya dirigido Bernabé porque requiere un temperamento y aguante descomunal. Precisamente, el día 26 volveré a Córdoba porque se proyecta Las heridas del viento en el Centro de Recepción de Visitantes de la mano del colectivo CineCercano, y después habrá un coloquio.

-¿Entonces no maneja algún otro proyecto en el audiovisual?

-Como guionista, sí, pero como director, me quedo con mi teatro.

-Su vida ha estado ligada a la escritura, incluso antes de entrar en el mundo de la interpretación. ¿Cómo llegó su primer guion?

-Empecé a escribir en el colegio, pero mi primera oportunidad laboral me llegó nada menos que de la mano de Antonio Mercero con Farmacia de Guardia. Aquello me abrió muchas puertas y fue una escuela maravillosa.

-Y después vinieron otros muchos que lo alejaron de su faceta como actor. ¿Se arrepiente de no haberla desarrollado?

-No. No echo de menos el teatro como actor y el teatro tampoco me echa de menos a mí. Estamos en un mutuo abandono. Mi etapa ante la cámara está completamente cerrada.

-Es evidente que el teatro le ha atraído siempre como un imán. ¿Qué le aporta el mundo de la escena?

-Es un mundo muy creativo, muy directo. La televisión es una industria en la que hay que dar muchas vueltas para llegar a un producto final, se mueve mucho dinero, es un mundo muy complejo comparado con la producción teatral, donde hago lo que quiero, tengo un espacio de creación y puedo ver cómo reacciona el público.

-¿Qué necesita el teatro español?

-Más apoyo institucional. Somos un país en el que el Estado invierte muy poco en cultura. Si lo comparamos con otras naciones, estamos a la cola. Un país donde la cultura no es un producto de primera necesidad es un país sin futuro emocional, porque, al final, la cultura es la memoria.

-No todos los creadores creen que el arte esté para remover conciencias. ¿Qué piensa?

-El arte sirve para todo. A veces, solo para entretenerte y, por supuesto, para remover conciencias y que el espectador se haga preguntas. Cada proyecto es distinto, yo respeto todo lo que hacen los demás y lo pido para lo que hago yo.