La cantante Esperanza Delgado Camacho (Córdoba, 1994) se mudó hace más de dos años a Boston (Estados Unidos) para realizar el grado Contemporary Writing and Production (Composición y Producción de Música Contemporánea), en la Universidad de Berklee, la más importante del mundo en este ámbito. De pequeña residió en Tenerife, pues de allí es su padre, pero la mayor parte de su vida la ha pasado en Alcolea. Estudió en el IES López Neyra, en la especialización de Artes Escénicas, Música y Danza. Después empezó el grado de Filología Inglesa en la facultad de Filosofía y Letras de Córdoba. Posee la especialidad de Canto Clásico, obtenida en el conservatorio profesional Músico Ziryab. Y actuación tras actuación empezó a hacerse conocida, por sus interpretaciones en solitario o por colaboraciones junto al coro Ziryab, entre otras entidades, además de por quedar semifinalista en La Voz, el programa que da a conocer nuevos talentos de la canción, cuando este espacio televisivo aún se emitía en Tele 5 y no en Antena 3.

-¿Desde cuándo le gusta cantar?

-No tengo idea, pero no recuerdo momento alguno en el que no me gustara. Es más, no tengo ningún recuerdo en el que cantar no fuera parte de mi identidad.

-¿Qué le está aportando el grado de canto que cursa en Boston?

-La verdad que esto es un sueño hecho realidad para mí. El grado que estoy estudiando dura cuatro años y tengo ya dos acabados. Pero me estoy seriamente planteando hacer el doble grado en Berklee, junto con canto y jazz, lo que haría mi estancia más larga.

-¿Hay algún estilo de música que más le guste, pues le sienta muy bien el funky y el rock, pero no sé qué tal se lleva con el flamenco, por ejemplo?

-La verdad es que siempre lo digo. No he cantado nunca flamenco, pero a flamenca me ganan pocos. Por las características de mi familia, en casa siempre se ha escuchado flamenco y copla, por mi madre que es de Córdoba (y esa sí que es flamenca) y salsa por mi padre, que como he dicho, es canario y sabrosón como él solo. En casa también ha sonado siempre mucha música estadounidense, desde el soul hasta el country más redneck que se puede una imaginar. Uno de mis recuerdos musicales más dulces es la vez en la que descubrí la colección de discos de Aretha Franklin de mi padre. Tendría entre 6 y 10 años, porque en casa aún no había internet, y la manera de descubrir música era con las colecciones que traía el periódico.

-¿En su familia existe algún antecedente en el canto o en la música por parte de sus padres o algún familiar?

-Hasta donde yo sé no hay nadie, pero algún gen debe de haber, porque mi abuela iba a cantar a la iglesia, y ahora mis primas maternas también están cultivando el don, una con la guitarra y otra con la trompeta, así que me gusta pensar que sí, que hay musicalidad en la familia. Lo que no había habido hasta ahora eran oportunidades de cultivarla.

-¿Cómo ha sido su trayectoria?, ¿estuvo muy vinculada al Coro Ziryab, dirigido por Javier Sáenz-López?

-Efectivamente. Un capítulo muy importante de mi trayectoria fueron los siete años que pasé en el coro Ziryab, bajo la dirección del maestro Javier Sáenz-López, maestro de la música y de la vida, al que adoro. Allí empecé a hacer mis primeros trabajos como solista, además a lo grande, con las mejores orquestas de Andalucía, la primera vez con solo 16 años. Y me gustaría destacar que, de no ser por este coro, jamás habría conocido a la gente que me introdujo en Berklee.

A Esperanza Camacho, madre de Esperanza Delgado, le gusta contar que su hija, con solo dos años, ya cantaba: «Mi jaca galopa y corta el viento, caminito de Jerez» y que ya se veía que tenía oído musical. Con apenas siete años, Esperanza le dijo a sus padres que quería cantar. Coincidió con la primera edición de Operación Triunfo, la de Rosa López y David Bisbal, que tanto le gustaba. Pero fue con 11 años cuando empezó en el conservatorio, después de prepararse en la academia Mozart. Tras obtener el título de canto en el conservatorio profesional, quiso continuar estudios superiores, que son los que le han llevado a Boston, después de aprobar sendas pruebas en Inglaterra y Valencia.

-En el concurso ‘La Voz’ llegó a las semifinales. ¿Qué le aportó esa experiencia, estando en el grupo de Alejandro Sanz, pero en contacto con otros grandes de la canción actual como ‘coaches’?

-La Voz fue una experiencia muy bonita. Conocí a gente maravillosa, entre ellos, por supuesto, el maestro Alejandro Sanz, y muchos de los talentos con los que todavía guardo una gran amistad. Tengo el gusto de seguir sus éxitos muy de cerca.

-¿Compagina los estudios en Boston con algún trabajo o forma parte del algún grupo?

-Es duro, conlleva mucha organización y priorizar, porque es muy fácil entregarse al caos de la actividad y abandonarse a una misma. Pero una vez se tiene eso controlado, es un sueño. Formar parte del grupo Mestizas es otro de los proyectos que más plenitud me ha traído últimamente. Antes me preguntaba por mis influencias. Pues este grupo es la mezcla de mis influencias y las de Patricia Ligia (Uruguay) Paloma Gómez Angulo (Sevilla), y Estefanía Núñez Villamandos (Cuba). Efectivamente, es un cocktail molotov de mestizaje, como su nombre indica, y mucha pasión y curiosidad por lo que hacemos. Por cierto, acabamos de lanzar un vídeo conceptual de la copla, Te lo juro yo, una versión muy especial, en la que fundimos copla, jazz y latin, con el feminismo siempre por bandera.

-¿Comparte en esta universidad norteamericana estudios con otros cantantes también de Córdoba o de Andalucía?

-¡Por supuesto! Con la cantidad de talento que hay en Andalucía. Hay una chica de Baena, que curiosamente es el pueblo de mi abuelo materno, y de mi amiga-hermana Carmen. Hay otro alumno de Granada, que va a dar mucho de qué hablar en el mundo de la música de cine, y cómo olvidarme de mi Palomilla, de Sevilla, multinstrumentista, arreglista y una compositora que os puede volver locos a todos, y además es otra de las cuatro Mestizas.

-¿Qué canciones o vídeos ha editado hasta el momento y qué proyectos musicales tiene?

-Pues con el grupo Mestizas acabamos de sacar el vídeo del tema Te lo juro yo, y queremos sacar un EP en el 2020 con temas originales, de todas, hechos a nuestra manera especial.

-Hasta ahora, ¿qué actuación en Córdoba, en ‘La Voz’ o en Estados Unidos es la que más le ha dejado satisfecha?

-Depende de cuándo me pregunte. Por ejemplo, hace poco tuve el honor de cantar con la cantante mexicana Aida Cuevas, en un homenaje que se le hizo en Berklee. Antes de eso tuve un concierto con Mestizas que fue mágico. Por otro lado, hemos estrenado con Mestizas una de las canciones que he parido con más gusto, también en el Berklee Performance Center, uno de los teatros más importantes de Boston. Y antes de eso, los miembros del grupo Patax, del que era fan mucho antes de entrar en Berklee, me invitaron a cantar con ellos como invitada en este mismo teatro, en el último concierto que tuvieron. ¿Qué puedo decir? También da la casualidad de que esas dos semanas han sido las más ocupadas de todo lo que llevo en Berklee, pero también han sido una prueba de lo que quiero hacer el resto de mi vida, y es que no sé con qué actuación quedarme.

-¿Tiene algún referente en el canto o en la música?

-Llevo una época un tanto obsesionada con la cantaora onubense Sandra Carrasco. Y así como referente no sé qué decirte, desde The Beatles, a la grandísima Lola Flores. Soy un poco ecléctica.

-¿Es más de Adele o de Tina Turner, de Pasión Vega o de Anastasia, de Rosalía, de La Trini o de India Martínez?

-Me lo pone muy difícil. Todas son mujeres maravillosas y grandes artistas. Aunque si me tengo que quedar con dos de estas cantantes, elijo a India Martínez y La Trini, ya que son de esta tierra cordobesa, que tanto añoro y que tan bien reflejan sus voces.

-¿Se siente en deuda con alguien o le agradece que la animara a dar el paso de irse fuera de España a seguir preparándose?

-Me siento y me sentiré eternamente en deuda con mis padres, en primer lugar. Con mi familia en general. Todos los profesores que he tenido, de los que me acuerdo constantemente. Y de mis amistades, las de verdad. Las antiguas que cuando vuelvo siguen estando allí como siempre, y las no tan antiguas que se han convertido ya en familia. Y, por supuesto, que animo a toda persona que tenga un sueño a que lo haga y que esté dispuesta a luchar por él, llevarlo a su punto más álgido, y después compartirlo. Para eso hemos venido a este mundo, a disfrutar y a que nos disfruten. Si eso te lo da la música, sigue la música.

-Además de cantar, ¿toca algún instrumento musical?

-Ahora, por necesidades compositivas, estoy con la guitarra y el piano, pero jamás me contrataría para acompañarme, pero vamos, ni para el cumpleaños feliz.

-¿Cree que podrá vivir algún día de su trabajo actual o a la vuelta tiene pensado centrarse en la enseñanza en el conservatorio o en otra institución para tener un puesto más fijo?

-La verdad que la posibilidad de la docencia siempre está ahí y es preciosa. Muchas de las personas que me han marcado de mejor forma en la vida han sido mis profesores, Y poder influir de manera positiva en una persona es de las cosas más bonitas que hay, pero no es mi primera opción, al menos no en este momento.

-¿Qué está echando más de menos de Córdoba, en cuanto a la comida, desde que se fue?

-¡El salmorejo!