El 90,3% de los niños cordobeses de diez años tiene teléfono móvil y los adolescentes de 10 a 18 años dedican una media de 3 horas diarias a su uso, utilizándolo más las chicas que los chicos.

Estos son algunos de los principales datos del estudio La percepción de riesgo y su relación con el uso problemático del teléfono móvil en adolescentes, realizado por dos investigadoras de la Universidad de Córdoba (UCO), Rosario Ruiz-Olivares y María Castillo, y publicado en el último número de la Revista Española de Investigaciones Sociológicas.

Este trabajo está basado en el análisis de 718 adolescentes con edades entre los 10 y 18 años de tres centros educativos de la provincia cordobesa, con el doble objetivo de conocer el tipo de uso que hacen del móvil los adolescentes y la percepción que ellos mismos tienen del riesgo que supone una utilización excesiva o inadecuada con el propio uso problemático que los adolescentes pueden tener.

Todo ello bajo la premisa, según señala la introducción de este estudio, de que el móvil se puede estar convirtiendo «en un problema social con riesgos impredecibles que están exigiendo un acercamiento teórico y un diseño de intervenciones eficaces».

No en vano, del conjunto de toda la población, son múltiples los informes que consideran que los adolescentes y niños son el sector donde mayor impacto está ejerciendo el uso del teléfono móvil, que ya forma parte de la vida de los más jóvenes, siendo un importante instrumento de socialización y comunicación.

En este sentido, el estudio indica que el 3,2% de estos jóvenes cordobeses pueden considerarse usuarios en riesgo o problemáticos, frente a un 73,8% que serían usuarios habituales y el 23% restante, usuarios ocasionales.

Estos datos son más positivos que los que arrojan otros estudios citados en este mismo trabajo, como un análisis reciente con adolescentes madrileños, donde se observó que más de la mitad de los jóvenes hacen un uso inadecuado del móvil, el 28,4% un uso de riesgo, el 21% un uso abusivo y un 8% cercano a la dependencia.

Asimismo, y lo que también es importante, este trabajo de investigación señala que los adolescentes son conscientes y reconocen los riesgos mientras más uso problemático del teléfono móvil tienen.

Es decir, que en contra de lo que suele suceder con otras conductas no deseadas o adicciones, en las que cuanto más se realiza dicha conducta menor es la percepción de riesgo que se tiene sobre las posibles consecuencias negativas de la misma, este trabajo señala que, «a mayor percepción de riesgo mayor frecuencia de uso y mayor uso, problemático del móvil. Los jóvenes que lo usan mucho son conscientes y reconocen los posibles riesgos que pueden tener, pero aún así, lo siguen usando», afirma este estudio, elaborado por la profesora titular del Departamento de Psicología de la UCO, Rosario Ruiz-Olivares, y por la alumna de doctorado María Castillo.

No en vano, los adolescentes cordobeses que usan el móvil durante más horas han tenido un mayor número medio de móviles a lo largo de su vida y un uso habitual o problemático del mismo «presentan una percepción de riesgo más alta».

Riesgos / Entre los riesgos posibles, el estudio desglosa ocho concretos: acostarse tarde; tener dificultad en conciliar el sueño; tardar más en comer; sufrir violencia como peleas o acoso; tener menos tiempo para hacer actividades de ocio y tiempo libre; discutir con los padres; salir menos con los amigos, sacar malas notas en clase y no hacer las tareas escolares. No obstante, hay otros riesgos, como el aislamiento social y el ciberbullying.

Todo ello a costa, o como consecuencia, de un mayor uso del móvil, que los adolescentes están utilizando sobre todo para mandar mensajes instantáneos, consultar redes sociales, utilizar la cámara de fotos, escuchar música, jugar a videojuegos y ver películas o vídeos.

Entre otros datos, este trabajo señala que la edad media a la que los adolescentes cordobeses de 10 a 18 años tienen su primer móvil es de 10,3 años; la media de teléfonos móviles que tienen durante este periodo asciende a 2,88 terminales, y el 93,3% usan WhatsApp.

Respecto al número de horas de uso, va aumentando con la edad, desde las 1,57 horas diarias de media a los 10 años, hasta las 3,73 horas al día de media a los 18 años, utilizándolo más tiempo las chicas que los chicos, que también tendrían un uso más problemático.

«Algunas de las razones que señalan otros estudios para esta diferencia es que para ellas (el uso del móvil) significa más poder comunicarse con su círculo de amigos, y para ellos es más un elemento recreativo», apunta el estudio.

Causas de un mal uso / Respecto al uso problemático, estas investigadoras señalan que algunos de los motivos que pueden estar detrás son «una falta de intervención educativa adecuada por parte de las familias»; una necesidad de búsqueda de contacto social de los adolescentes con sus iguales debido a una insatisfacción con su vida; una baja autoestima «o estar en riesgo de tener síntomas depresivos», entre otras causas.

Ante ello, estas investigadoras afirman que el papel de las familias es fundamental en la construcción de la percepción del riesgo si se interviene desde edades tempranas, por lo que es necesario «concienciar a la comunidad educativa, familia y escuela, de los riesgos a los que están expuestos los adolescentes cuando hacen un uso excesivo y problemático de la tecnología, y concretamente del móvil».

En este sentido, fomentar actividades como salir con los amigos, ir al cine, hacer deporte y no fiarse de personas desconocidas que les hablen a través de las redes sociales son algunas cuestiones que estas expertas recomiendan trabajar en los programas de prevención del uso excesivo del móvil entre los más jóvenes.

Con todo, este estudio concluye afirmando que es necesaria «una llamada de atención» a las familias y docentes acerca de la importancia que tiene para los adolescentes la formación e información en el uso responsable, ético, respetuoso y adecuado de la tecnología. «Esto permitirá que se adopten medidas preventivas adecuadas y se aprovechen las oportunidades personales y sociales que aporta la tecnología, evitando riesgos». Y es que, como en muchas otras cosas, todo depende del uso.