Auxiliadora Blasco lleva más de una década al frente del CEIP Duque de Rivas, en el barrio de Las Palmeras, donde está pendiente el desarrollo de un plan integral que pone el acento en la educación y formación.

-Hay una propuesta vecinal que plantea la necesidad de implantar un instituto en el barrio. ¿Hasta qué punto sería importante?

-Necesitamos un instituto próximo, en Palmeras o en Miralbaida, eso ayudaría mucho, pero tendría que ser un centro con una oferta formativa muy amplia donde pudieran elegir, como en otros barrios, con opciones adaptadas a sus necesidades, con FP Básica e itinerarios formativos prácticos donde aprender alguno de los oficios que se están perdiendo. Al acabar la ESO ahora se quedan en una vía muerta con 16 años porque para estos niños, a esa edad, se les hace un mundo salir a un instituto fuera del barrio. Cuando van, duran muy poco, se encuentran fuera de lugar, indefensos. Hay que pensar que tienen menos nivel curricular, menos recursos, menos autoestima y no compiten en igualdad de condiciones con el resto.

-¿Qué porcentaje de alumnos del Duque de Rivas deja los estudios al acabar la ESO?

-Más del 90%, casi todos. Que recuerde, de mis alumnos en 13 años que llevo en el colegio, solo dos o tres han titulado (ESO o FP).

-¿Qué falla?

-Estos niños, con 16 años, están ya pensando en casarse y tener familia, la prioridad no es estudiar. Hay realidades anacrónicas, como que una niña de 14 años se quede embarazada, que a día de hoy va incluso contra los derechos humanos. Además, hay mucha desmotivación, se sienten al margen de la sociedad, cada vez más lejos, y a la vez todo les empuja a continuar la costumbre familiar.

-¿Cuántos alumnos tiene en el centro y cuál es el perfil étnico?

-75, de 3 a 16 años. En primaria, la mayoría son quinquilleros (castellanos que adoptan costumbres de los gitanos porque conviven con ellos). En secundaria, hay más mezcla porque vienen alumnos de otros centros de Palmeras que no tienen la ESO.

-¿Hay mucho absentismo escolar?

-En 2º de la ESO, muy elevado, un 60% más o menos.

-¿Qué echa usted en falta?

-No ser una isla. Nos sentimos aislados y abandonados porque nadie, empezando por las familias de otros barrios, quiere a estos niños en sus colegios, no quieren que sus hijos convivan con ellos, cuando la heterogeneidad es muy buena, y aquí no la hay. Eso crea una espiral de la que es muy difícil salir. Chavales que son padres muy temprano, antes de acabar su formación, que se ven obligados a subsistir, a pedir ayudas, trapichear... La educación no está en sus planes y así son incapaces de salir de ahí. Luego, sus hijos son padres muy pronto y se repite la historia.

-¿A usted le da miedo ir a Las Palmeras cada día a trabajar?

-No, a mí me corresponde el colegio de Turruñuelos y aquí me quedo. Lo que me asusta es lo que está pasando, la frustración de perder una generación tras otra.

-¿Cómo anima a su claustro?

-Les digo que la infancia solo se vive una vez y que es posible que esta etapa sea una de las más felices de la vida de estos niños, les digo que quizás no reciban más formación en su vida y que por eso hay que darles todo, con más motivos que en cualquier otro colegio.