La profesora cordobesa Nuria Expósito, afincada en Málaga, no pudo disfrutar de su baja maternal, después de tener a su único hijo, Daniel, de 3 años. Las complicaciones que sufrió esta paciente de 36 años después del parto, según una sentencia ganada por el abogado Damián Vázquez, de la asociación El Defensor del Paciente, la obligaron a permanecer hospitalizada más de un mes tras nacer su hijo y a someterse a varias intervenciones con posterioridad. Debido a una infección que no se le detectó a tiempo y al empeoramiento que le causó, a esta joven, tras dar a luz el 26 de febrero del 2016 en un hospital privado malagueño, le tuvieron que extirpar de urgencia el útero, la trompa de Falopio izquierda y el ovario derecho en otro centro sanitario al que fue derivada. Y en días sucesivos le amputaron tres dedos del pie izquierdo como consecuencia de la sepsis, quedándole estas secuelas, entre otras.

La sentencia de un juzgado de Málaga, que falla a favor de la demanda de esta joven, condena a la aseguradora privada que tenía Nuria a indemnizarla con 199.316 euros debido a los daños sufridos tras el parto, dinero que que no ha sido percibido por la demandante, al haber recurrido la compañía el fallo judicial a la Audiencia Provincial de Málaga.

La sentencia reconoce la existencia de varias negligencias médicas (la demora, dolor continuado tras el parto que no respondía a analgésicos, omisión de medios diagnósticos y mala praxis médica). Nuria narra que durante su hospitalización estuvo en la UCI, en coma inducido varios días hasta que el 8 de marzo salió de esta situación y pudo ver a su hijo, al que apenas tuvo en brazos después de nacer. El alta definitiva no la recibió hasta primeros de abril del 2016. Recuerda que cuando fue trasladada desde el hospital donde nació su hijo y donde surgió la infección hasta el centro en el que la operaron de urgencia «pensaba que me moría. No hacía más que pensar que no vería más a mi hijo, ni a mi marido y familiares». A pesar de lo vivido, Nuria se siente fuerte y decidió, que sobre todo por su hijo, tenía que aprender a valerse por sí misma, a caminar sin los tres dedos del pie que le amputaron y asumir que ya no podrá tener más hijos, no por decisión propia, sino por lo sucedido.