-En el fenómeno migratorio, usted trabaja en el ámbito de la identificación de las personas fallecidas en el intento.

-La Cruz Roja está intentando ser el intermediario entre las familias en los países de origen y los países de llegada, para tratar de identificar a los migrantes muertos. El problema es que si uno recupera un cadáver, no se sabe si es un migrante o no y menos aún de dónde viene. Estamos trabajando en estudios innovadores que incluyen estadísticas y redes para tratar de ubicar a las familias.

-El problema fundamental, sobre todo en casos como los de España, con los fallecidos en el mar… es que aparecerán sin documentación…

-Exactamente. El punto es que las personas vivas asociadas a las personas muertas en un mismo evento pueden dar muchísima información sobre el fallecido, para ir nosotros a buscar a las familias en los países de origen, que es la parte más complicada.

-Pero ahí se encontrarán con las dificultades que el país de origen puede generar a la hora de vincular, identificar y facilitar el procedimiento ¿no?

--La Cruz Roja y la Media Luna Roja no tienen ninguna potestad de hacer cosas sin que los países nos lo permitan. No somos una autoridad supranacional. Dependemos de los convenios que se puedan hacer con cada país para poder buscar a cada familia. Si es un país donde la migración está criminalizada, nosotros nunca pondremos a la familia en peligro para sacar información. Tenemos la regla de no hacer daño.

-Lo de la criminalización de la inmigración ahora parece que está sufriendo un repunte en Europa. ¿Qué le parece?

-Digamos que el Comité Internacional de la Cruz Roja trabaja muchísimo para incluir en el debate del impacto global de la migración el punto 8, que se refiere justamente al tema de tratar de identificar a los migrantes fallecidos, tratar de localizar a las familias. Estamos en un equilibrio complicado. Porque el tema de la protección al final va más allá de cualquier tipo de política, es una política humana.

-En España hay un problema serio con la atención a los menores no acompañados (los Mena).

--Ese es un tema muy complejo, en la medida de que la recomendación que se está haciendo es la de determinar la edad. Porque eso va a cambiar mucho el estatus de ellos, dependiendo de si son menores o no. No hay manera científica de saber si una persona tiene 18 años o 17,9. Lo que se hace es un seguimiento para saber cómo son tratados los menores no acompañados en cada país.

-¿No existe un protocolo internacional al respecto?

-Hay recomendaciones europeas, pero siempre hay elementos particulares en cada país.

-España tiene otro punto delicado como es la frontera Sur, con Marruecos, donde no cesan los problemas o las tensiones.

-En realidad, más que comentar sobre las políticas migratorias, hay que ver cómo podemos dar herramientas y proteger los derechos de los migrantes en cada Estado. En este caso, el problema se ve con preocupación. Hay que ver cómo podemos ayudar a las autoridades a que puedan proteger a las personas que requieren protección internacional.

-¿Qué le parece que estos temas solo preocupen cuando se ven en los medios imágenes como las de Aylan u otras similares?

--Es que hemos banalizado muchísimo lo que es la muerte del otro. Ese es el punto principal. Hay como una especie de callo a estas alturas, una especie de fatiga de ver la tragedia del otro.

-El fenómeno de la migración tiene difícil solución.

-El pacto global de la migración de apunta hacia eso. Es un problema que ha llegado para quedarse. La migración no empezó ayer ni va terminar mañana. Hay muchos de factores que alimentan la movilidad humana. Ahora hay que ver cómo se gestiona eso.