Córdoba iba a contar con un nuevo hotel de cinco estrellas en un edificio del siglo XIX ubicado junto al Museo Arqueológico, el palacete de los Burgos, pero se ha quedado en el camino. Tras 14 años de andadura desde su adquisición, el propietario del edificio modernista situado en la calle Julio Romero de Torres, Mercer Hoteles, ha decidido desistir de su rehabilitación para transformarlo en el hotel de lujo con el que soñaba ante los obstáculos que se ha encontrado, de los que culpa a Urbanismo, mientras que este organismo se defiende asegurando que el proyecto, tal y como lo plantea, no cumple la normativa, por lo que no podrá salir adelante ni en este ni en otro mandato. Las discrepancias que mantienen parecen ahora mismo irreconciliables e, incluso, podrían acabar en el juzgado.

EL PROYECTO

UN TESORO EN EL CASCO La web de Mercer aún muestra, anunciando su «próxima apertura», el que iba a ser un «nuevo tesoro en el corazón histórico de Córdoba», cuya rehabilitación iba a seguir el modelo de los hoteles de lujo que la cadena posee en Barcelona y Sevilla, integrando los elementos originales de este edificio protegido con una propuesta de reforma contemporánea diseñada por los arquitectos Antonio Cruz y Antonio Ortiz. Su idea, tal y como se puede comprobar en la web, era repartir en tres plantas 12 habitaciones y suites (en principio eran 18), un restaurante, un cocktail bar y varios patios. La inversión prevista era de unos 6 millones.

EL PROMOTOR

CULPA A URBANISMO El propietario de Mercer, Pedro Molina, se reunió a mitad de semana con los responsables de Urbanismo y con técnicos para encontrar una solución a la que no llegaron. Ahí es cuando decidió desistir al considerar que ya había cedido bastante, y ahora estudia si acudir al juzgado, aunque todo depende de lo que ocurra en las próximas municipales, ya que asegura que si hay un nuevo gobierno, intentará negociar otra vez, pero si no, recurrirá a la vía judicial. Molina está convencido de que, de haber seguido el anterior gobierno local, «el hotel estaría hecho», ya que «todo estaba pactado con el Ayuntamiento».

Pero, ¿cómo empezó todo? Su relato es que en el año 2005 compró el edificio y, dos años después, inició las negociaciones con el Ayuntamiento para modificar la ficha del Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico de Córdoba (Pepchc), es decir, el documento que indica qué se puede tocar y qué no en este edificio protegido. Según su relato, para esa modificación, Urbanismo se basó en unos estudios previos, una especie de anteproyecto, en los que plasmaba las líneas generales del futuro hotel. La aprobación definitiva de la modificación de la ficha se produjo en el 2012. Ese acto para Mercer es fundamental, ya que considera que con ese acuerdo el Pleno también ratificaba los estudios previos, en los que posteriormente se va a basar para solicitar la licencia en noviembre del 2015. A partir de ahí es cuando, según Molina, empiezan los problemas.Desde entonces, el proyecto ha experimentado cambios en diversas ocasiones para adaptarse a los requerimientos de Urbanismo, que, según indica, «han ido cada vez a más». Según asegura, la última modificación fue en mayo del 2018 y ya se habían reducido de 18 a 12 las habitaciones.

Uno de los problemas se produce en el sótano, donde Mercer quiere colocar las instalaciones necesarias para dejar libre la planta baja para otras dependencias. Los trabajos arqueológicos realizados allí el verano pasado pusieron al descubierto restos que impiden llevar a cabo la iniciativa tal y como la plantea pero que, a su juicio, son «salvables». Molina afirma que propuso reducir el sótano sin tocarlos y que a partir de ahí se han sucedido los requerimientos que no le habían hecho en tres años y que hacen más difícil el proyecto.

El promotor explica también que Cultura aún no ha emitido un informe y que el único que hay es uno de Turismo relativo a la catalogación que tendrá el hotel y que no considera vinculante ni motivo suficiente para denegar una licencia, ya que la última palabra la tiene Urbanismo. A su juicio, Turismo solo evalúa si el edificio está preparado para tener las estrellas que pide.

TURISMO

UN INFORME DESFAVORABLE La Junta no se ha pronunciado sobre este proyecto. El nuevo delegado del Gobierno, Antonio Repullo, dijo esta semana en unas jornadas que estaban analizando el expediente. El único documento hecho público, y que dio a conocer Urbanismo, es un informe de septiembre del 2018 de la delegación territorial de la Consejería de Turismo sobre la clasificación, que es desfavorable «hasta que no se aporte la documentación y se subsanen las deficiencias» encontradas.

El promotor pedía la exención de algunos requisitos, entre ellos la anchura de pasillos y de la escalera principal, y la dotación de una escalera de servicios y de ducha independiente de la bañera en los cuartos de baño, acogiéndose a la imposibilidad de cumplirlos por ser un inmueble protegido. «El hecho de que el inmueble esté catalogado y sometido a una determinada conservación integral y estructural no es motivo suficiente para justificar la imposibilidad o la grave dificultad de cumplir los requisitos exigidos», señala el informe.

URBANISMO

UN PROYECTO QUE INCUMPLE Urbanismo se apoya en el informe negativo de Turismo y en los restos arqueológicos hallados para asegurar que la ampliación del sótano que pretende Mercer es «inviable». Su versión es que la paralización no es de ahora, sino que viene de antiguo, ya que en el 2008 ya se le denegó una licencia por no ajustarse a la ficha del Pepchc que estaba en vigor. Tras aquella denegación fue cuando empezó el proceso para modificar la ficha, que acabó en el 2012 con su aprobación por el Pleno. Urbanismo tiene claro que lo que está en vigor es la ficha modificada, que es «más flexible que la anterior» y que es la que tiene que cumplir, «es lo sustantivo, lo reglado», y no los estudios previos. Urbanismo afirma que «hay cosas que el promotor quería hacer y que sí se puede y otras que están en el estudio y que no puede».

Es más, Urbanismo explica que en el informe favorable que emitió Cultura antes de la aprobación de la modificación de ficha en el 2012 ya advertía de que en el estudio previo hay «inadecuaciones respecto a los niveles de protección del edificio y la necesaria integración en el entorno, especialmente en cuanto al uso bajo cubierta». A partir de ese momento, y según Urbanismo, se produjo un paréntesis de tres años hasta que el promotor, en el 2015, presentó otro proyecto, que debía «ajustarse a la ficha nueva pero que se adapta más al estudio previo, cuando nosotros lo que tenemos que aplicar es la ficha». Desde entonces, y según aseguran estas fuentes, ha habido «múltiples reuniones» a todos los niveles y «múltiples requerimientos», el último, de octubre del 2018, y «nunca hemos dejado de buscar soluciones» con la idea de sacar el proyecto adelante.

Urbanismo reconoce que el promotor «ha intentado adaptarse pero no en las cuestiones básicas», que, a su juicio, afectan a lo que ya advertía Cultura en el 2012, «el tema del bajo cubierta por el aprovechamiento».

LOS RESTOS

EL TEATRO ROMANO Urbanismo cuenta que otro de los problemas ha sido que Mercer quiere ampliar el sótano que tiene el edificio, hecho que prohíbe la ficha, con la idea de «bajar maquinaria de la planta baja allí y poder tener más espacio común en ella para lograr la calificación de un cinco estrellas». Sin embargo, los técnicos consideran que para ello es necesaria otra modificación de ficha.

Antes de iniciar ese procedimiento de modificación, y para ver si esa intervención era posible, hacía falta una excavación arqueológica previa que se realizó el verano pasado. Urbanismo explica que el informe de la arqueóloga encargada de la excavación llegó hace pocos días y que, con el que elabore el jefe del servicio de Arqueología, se enviará a Cultura para que emita una resolución. No obstante, asegura que en las visitas realizadas en julio por el arqueólogo municipal y el de la Junta ambos «coincidieron en que no se siguiera excavando porque aparecen sillares muy grandes del teatro romano que está debajo del Museo Arqueológico», en concreto, «la parte de la cávea -donde estaban las gradas- con unos sillares enormes». A raíz de la documentación que tiene, Urbanismo va a emitir un informe en el que dirá que «no es posible el sótano», por lo que tampoco podrá modificarse la ficha para poder bajar las instalaciones allí. «Hemos intentado volver a modificarla para que lo máximo de su proyecto tuviera encaje, pero son imponderables que nos encontramos en los edificios protegidos», concluye.

Ahora pueden ocurrir dos cosas, que Urbanismo deniegue la licencia o que esta se considere caducada si el promotor no contesta al último requerimiento.

EL SECTOR

OPINIÓN DE AEHCOR El presidente de la Asociación de Empresarios de Hospedaje de Córdoba (Aehcor), Alejandro Navarro, sin entrar en el fondo del asunto, lamenta que «muchos establecimientos de hospedaje tienen problemas de licencias con el Ayuntamiento» y que hay casos que llevan «cuatro años esperando la obtención».

Sea como sea, y a menos que haya cambios de planes, el edificio que rehabilitado iba a ser uno de los tesoros del casco histórico continuará como está, cerrado y sin remodelar.