La familia de Soledad Donoso, la joven cordobesa de 18 años cuyo cadáver fue localizado junto al río Guadalquivir después de permanecer varios días desaparecida, ha solicitado que las pruebas de ADN que han motivado la reapertura del caso se realicen en el Instituto de Medicina Legal de Santiago de Compostela, según ha informado su abogado. Cabe recordar que la Sección Tercera de la Audiencia Provincial ha acordado reabrir la investigación atendiendo a una petición de los representantes legales de la familia, para la realización de pruebas de ADN en un mechero y un jersey que aparecieron junto al cadáver de la joven y que no fueron analizados en su momento.

Al parecer, es la jueza del caso la que debe decidir en qué laboratorio se realizarán las pruebas entre las tres opciones que existen, el laboratorio de Criminalística de la Policía Nacional, el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses y el de Santiago, que dirige Ángel Carracedo, catedrático de Medicina Legal y experto en genética. En el laboratorio de Carracedo se han investigado algunos de los casos más delicados y mediáticos que han ocurrido en España, desde el 11-M a las niñas de Alcàsser, Bretón o Diana Quer. Para el letrado de la familia Donoso, «es muy importante que las pruebas se realicen en la tecnología más avanzada para alcanzar el mayor grado de precisión». Las pruebas que están pendientes de analizar habrían permanecido durante todos estos años en el depósito del juzgado y, aunque en un momento dado se dio por perdido el mechero, el último inventario solicitado por la familia desveló que seguía allí, con el resto de pertenencias. Si las pruebas confirman la presencia de ADN en el jersey o el mechero, habría muchas posibilidades de determinar la autoría del crimen, «ya que existe móvil, causa criminal y está probado que fue muerte violenta y homicida», según el abogado.

Por su parte, Marta Donoso, hermana de la joven asesinada el 28 de septiembre de 1992, asegura que «la familia no ha perdido la esperanza de que se haga justicia», pese a todo lo que han vivido en estos casi 30 años. «La investigación ha estado llena de incongruencias y de cosas mal hechas de las que hemos sido conscientes con el paso de los años porque cuando ocurrió todo era dolor». Con la perspectiva del tiempo, la familia, que en los años 90 no contaba con las redes sociales como aliado, asegura que se dejó guiar. «En ese momento, la Policía no quería presión mediática y nosotros, para no perjudicar a la investigación, como ellos decían, intentábamos no salir en los medios», explica Marta Donoso, que está convencida de que, «si eso hubiera ocurrido hoy, habríamos presionado mucho más y quizás las cosas se habrían hecho de otra manera».

La reapertura del caso ha dado a la familia nuevas esperanzas, «aunque tampoco nos queremos crear falsas expectativas», asegura la hermana de la víctima.