Recién llegada de París, Olga Pericet (Córdoba, 1975) atiende a este diario desde Madrid, un mes después de haber sido galardonada por parte del Ministerio de Cultura con el Premio Nacional de Danza, en la categoría de interpretación. Pericet supo el 9 de octubre en Nueva York que era merecedora de este premio, un galardón que reconoce «su capacidad de aunar las distintas disciplinas de la danza española». Esta creadora, que nació en una familia muy aficionada al flamenco, empezó a bailar con apenas cinco años y está recogiendo en la última década una amplia cosecha de premios, fruto del intenso trabajo desarrollado en escenarios de todo el mundo. Entre estos galardones destacan dos premios Max -de Artes Escénicas a la mejor bailarina principal por su obra Pisadas (2015) y a la mejor coreografía (2009)- o el Ojo Crítico, de RNE (2014). En la actualidad, Olga Pericet se encuentra inmersa en la preparación de su nuevo espectáculo, Un cuerpo infinito, una obra que gira en torno a la famosa bailaora Carmen Amaya. Un esbozo coreográfico de esta representación se estrenó bajo el nombre de Enfoque el 3 de octubre en Nueva York y se pudo también disfrutar ayer en la sala BBK de Bilbao. Antes de estos espectáculos, su trabajo más reciente fue La espina que quiso ser flor o la flor que soñó con ser bailaora, estrenado en el 2017 en el Festival de Jerez.

-¿Cómo valora la concesión del Premio Nacional de Danza, en la modalidad de interpretación?

-Todos los galardones cuando llegan son reconocimientos. Suponen un refuerzo a tu carrera. Pero el Premio Nacional de Danza es el que toda bailarina quiere tener en un momento dado. Es un galardón que a mí me hacía mucha ilusión porque no ha venido porque sí, sino a través de mucho trabajo, por lo menos en mi caso, y en una edad, 43 años, que es un premio a mi carrera. Por eso, lo valoro mucho más. La danza tiene un límite de edad. A partir de los 30 empiezas a notar cómo te duele todo. En disciplinas como la danza clásica quienes la ejercen se retiran jóvenes porque exige muchísimo estar a la altura en el escenario.

-¿Qué otros premios posee?

-Los premios me han ido llegando con la madurez, teniendo en cuenta que empecé a trabajar muy joven. Antes de recibir el premio Max en el 2015 ya había recibido otro Max en el 2009 a la mejor coreografía. También he sido finalista de los Max en varias ediciones. Por otro lado, como coreógrafa y bailarina he recibido a su vez reconocimientos en Madrid, Jerez o Nueva York. Me dio mucha alegría el Max del 2015 porque fue por el montaje Pisadas, una obra que supuso un salto a otro lado de mi carrera. Con 43 años el público no me sigue como si fuera un futbolista. En este país la cultura tiene poco espacio en las noticias y, dentro de la cultura, la danza aún menos. Trabajo mucho fuera. Muchos grandes bailarines de danza española ejercen fuera, como Joaquín de Luz, Ángel Corella o Tamara Rojo. Aquí no hay lugar para la danza porque no está considerada por lo que es. Si eres futbolista sí.

-¿Qué le parece que el también bailarín y coreógrafo cordobés Antonio Ruz haya sido galardonado este mismo año con el Premio Nacional de Danza, en su caso en creación?

-Me dio muchísima alegría. Los premios nacionales en la categoría de danza se han cubierto

este año con dos personas que se conocen y que han compartido trabajo. Admiro mucho a Antonio Ruz y me acuerdo de él de pequeña. Él se fue, igual que yo, fuera de Córdoba a hacer carrera, porque aunque se tenga una base si quieres algo más tienes que salir. Por eso, cuando me enteré de los premios fue una alegría doble y que estuviera ahí Córdoba. A ver si se entera nuestra ciudad de que existe una generación buenísima de cordobeses que han impulsado la danza y que no se puede quedar ahí.

-¿Cuándo baila qué siente?

-Es una vocación. No la eliges tú, está en ti y te busca por instinto. Cuando bailo me siento plena, me traslado a otro lugar donde me siento completa. No sabría qué hacer sin bailar. Lo necesito.

-¿Qué le aporta el público?

-Lo aprecio, pero a veces me olvidó de él, por la entrega que dedico a mi trabajo, aunque lo noto y sé que está conmigo.

-¿Cómo fueron sus inicios?

-Estuve en una academia de barrio de pequeña con Inmaculada Luque y Concha Calero, que fueron de mis primeras maestras. Me acuerdo que empecé a bailar con las academias en las cruces, feria y verbenas. En el extranjero se sorprenden cuando cuento que empecé así. Les explico que en Andalucía el flamenco está en la calle.

Olga Pericet se graduó en danza española en el Conservatorio Profesional de Danza de Córdoba con apenas 16 años porque fue adelantando cursos. Se examinaba en el conservatorio, aunque las clases las cursaba en un centro homologado dirigido por Maica Moyano, que fue luego profesora en dicho conservatorio. Maica Moyano traía a su academia grandes de la danza con los que Olga Pericet tuvo la suerte de formarse también. Artistas como Matilde Coral, José Granero o Manolete. Además, Pericet amplió estudios en Sevilla y Madrid con Manolo Marín o La Toná.

-¿En qué va a consistir su próximo espectáculo?

-Se llama Un cuerpo infinito y se estrenará el 25 de mayo en los Teatros del Canal de Madrid. Previamente, en Nueva York y ahora en Bilbao he presentado Enfoque, un avance de lo que será el estreno del próximo año para ver qué respuesta obtengo del público. Es un trabajo cerrado después de haber estado seis meses trabajando sobre la figura de Carmen Amaya. No es un homenaje a esta bailaora universal. Está ahí como compañera nuestra, con su energía. La he querido meter en otra galaxia, en mi cuerpo a veces, en la música, en lo que nos rodea y he querido contar con un equipo fantástico de coreógrafos invitados, también guitarristas, como Antonia Jiménez, y cantaoras, como Inma la Carbonera. En Enfoque expongo tres piezas coreográficas, cada una de 20 minutos, y ha sido muy interesante. El espectador debe tener claro que no es un espectáculo cerrado. Se muestra lo que se ha trabajado hasta ahora pero continuará. Es como los capítulos de Netflix o HBO, que duran una temporada y luego vendrá el cierre que será mucho más ambicioso. Para Un cuerpo infinito meteré más dirección escénica, más dramaturgia, para que esto alcance otra magnitud.

-¿Por qué eligió hacer una obra sobre Carmen Amaya?

-Porque es una figura que me fascina, no solo a mí, sino a muchas bailaoras y bailaores. Es una figura femenina que ahora mismo está ahí con nosotras. Ella impulsó, sin saberlo, que la mujer baile hoy como baila y que haya tomado unas declinaciones de estética, que ella marcó mucho en su época. Era super contemporánea y muy femenina. En América se la aplaudía mucho y se la conocía. A veces conocen fuera nuestra cultura más que en nuestro propio país.

-¿Cuántas horas le dedica al trabajo?

-Al trabajo físico mínimo 3 o 4 horas y con montaje, cinco al menos. Realmente estoy todo el día. Cuando se acaban las clases me dedico al trabajo de mesa, creando con unos y con otros. Y cuando ya estoy en la cama sueño con los pasos, con imágenes, con algo relacionado con la creación.

-¿Entonces dormirá con una libreta al lado?

-Sí, porque soy la persona más despistada del mundo y todo lo tengo que apuntar.

-¿Es muy importante el peso de Córdoba en el mundo de la danza, no solo por figuras emblemáticas como Blanca del Rey?

-Lo importante es que una ciudad aporte y apoye algo. En la danza han salido tantos artistas de Córdoba porque la cultura, y dentro de ella la cultura del flamenco, está ahí. En las últimas décadas ha habido además una gran base y apoyo para esta actividad. En Córdoba se celebra el Concurso Nacional de Cante Flamenco y, a través del mismo, Córdoba puede ser el motor para que muchas personas que están ahí luchando para formarse puedan lanzarse hacia fuera nacional o internacionalmente. En mi tiempo me hubiera gustado que hubiera sido mucho más así. De todas formas, tuve mucha suerte. Salimos de Córdoba una buena cantera por el profesorado que había en ese momento. Si hay buen profesorado, buena materia y apoyo económico se potenciará a muchos más artistas. Además, tenemos el Festival de la Guitarra, una cultura que está ahí y personas muy válidas.

-¿Se programa poca danza?

-Sí. Necesitamos que se programe más danza en los teatros y que los espectáculos reciban ayudas económicas. También que desde los conservatorios se siga impulsando a artistas. Antes se programaba mucha más danza en Córdoba. En Sevilla la Bienal del Flamenco contempla mucha danza, cante y flamenco de ahora. Y Jerez cuenta con una programación anual dedicada al flamenco. En Córdoba, teniendo el Festival de la Guitarra, el Concurso Nacional de Arte Flamenco y el nivel tan importante de danza no sé cómo no se programa más. Que el Concurso de Arte Flamenco no se quede solo en esa cita, sino que haya una programación semanal de flamenco y que sea más visible también Córdoba.

-¿Las mujeres están pisando fuerte en la danza actual?

-Sí. Siempre se ha pisado fuerte. Hay que aprovechar el momento de que estamos siendo más conscientes de que tenemos el poder, porque el poder femenino ha existido siempre y es mucho más grande de lo que nos han hecho creer.

-¿Cómo se siente valorada por la crítica?

-En general, me tratan bien, pero también hay malos comentarios. Hay personas que no conectan con mi trabajo y me parece bien. Si no sabes que es el no, no valoras el sí.

-¿Qué personajes y elementos debería contener una coreografía suya inspirada en Córdoba?

-Aunque lleve media vida viviendo en Madrid soy cordobesa total. En todos mis espectáculos meto una pincelada de Córdoba. Tengo pensada una coreografía para el futuro y se me ocurren muchas cosas, pero predomina ese silencio de Córdoba y el hecho de que fuera centro cultural del mundo. Hace poco que hice de guía turística para una amiga y para mi suegra y me di aún más cuenta de la importancia de las culturas que han dejado su huella aquí.

-¿Le gustaría que su legado se transmita a otros artistas?

-Sí, me encantaría abrir mi conocimiento.

-¿Se siente reconocida por Córdoba?

-No lo sé, porque si es así tampoco me lo han hecho ver mucho. Pero siento que sí, pues aunque un reconocimiento oficial no he tenido, con el apoyo de mis amigos y compañeros de profesión me basta. Me gustaría que me programasen en mi tierra, en mi Gran Teatro, que ya lo han remodelado.