La reforma del Templo Romano va viento en popa y es una obra esperada que permitirá visitar y redescubrir el yacimiento cordobés. Hasta ahí todo correcto, sino fuera porque los trabajadores del Ayuntamiento cuyos despachos pegan a la calle Claudio Marcelo se están volviendo locos. Literalmente. La apertura de una puerta entre el recinto del templo y el futuro centro de interpretación, que se ubicará en la planta baja del edificio de Capitulares, está provocando unos ruidos y unas vibraciones insoportables que hacen muy difícil trabajar en según qué despachos. Además, esta semana se han estado efectuando unos ensayos geotécnicos en la zona de las anterides (para comprobar las características del terreno), que han sumado decibelios a las dos motopico que perforan desde hace días el muro de hormigón de 80 centímetros de grosor para hacer esa nueva entrada. Los más afectados son los empleados del servicio de reprografía y correo, que están en la planta baja, y los de los grupos de PSOE, IU, Ganemos y UCOR de la primera planta, por lo que también hay concejales afectados. Algunos, incluso, han recurrido al uso de tapones para los oídos, porque si no es prácticamente imposible concentrarse. «Los ruidos se sobrellevan lo peor son las vibraciones», explica una trabajadora, que reconoce irse cada día a casa «con dolor de cabeza». Por eso, necesaria sí, pero insoportable, también.