Mal día eligió el ministro de Justicia, Rafael Catalá, para celebrar una turné de actos oficiales en Córdoba. La ola de indignación levantada ayer por la sentencia de La Manada y que derivó en la convocatoria de concentraciones de protesta por toda España acabó por dejarlo acorralado en el Colegio de Abogados, donde el ministro acudió para asistir a la clausura de unas jornadas sobre El futuro del poder judicial (sobre lo que, dijo, hablaremos otro día).

Antes de eso, en la Subdelegación del Gobierno, donde asistió a la imposición de condecoraciones de la orden de San Raimundo de Peñafort, había dejado clara su postura. Tras mostrar su respeto a la decisión judicial, dijo que nueve años de prisión le parecían «una condena alta» y que en cualquier caso, aún cabía recurso. Ante la demanda social de cambios legislativos despertada tras la sentencia, se mostró dispuesto a plantear a los grupos parlamentarios algún tipo de modificación del Código Penal, que, según dio a entender, podría estar desfasado por la definición de ciertos delitos.

Catalá insistió en que «la sentencia reconoce el delito y a la víctima, por lo que el debate está en si existió violencia e intimidación» y en eso no quiso entrar porque, según dijo, se trata de una sentencia muy trabajada de más de 300 folios que habría que analizar. Tras él, la consejera de Justicia, Rosa Aguilar, se apresuró a recalcar que ella, pese a respetar las decisiones judiciales, «no la comparte» y a dejar claro que «hay que mostrar tolerancia cero a toda agresión sexual».

La polémica estaba servida desde por la mañana y la respuesta ciudadana no se hizo esperar. El ministro Rafael Catalá estaba convocado en el Colegio de Abogados, a escasos cien metros de la protesta en repulsa por la sentencia de La Manada (en el Bulevar), que congregó a más de mil personas, entre ellas, diversas autoridades como la alcaldesa, concejales o la delegada del Gobierno, y que arrancó con gritos de «¡no es abuso, es violación!».

Manifestantes a la espera de la salida del ministro en un acto en el Colegio de Abogados, esta tarde.

Tras las correspondientes reivindicaciones, la concentración se trasladó al Colegio de Abogados para exigir justicia a su máximo responsable. Al menos 20 agentes de la Policía cortaron el paso a los manifestantes, que decidieron esperar a que Catalá saliera del edificio. «Ministro, sal, no te vamos a violar», le gritaban, ante el nerviosismo evidente de escoltas y agentes. Solo había una puerta por la que salir de allí, así que finalmente al gabinete de crisis improvisado no le quedó otra que desalojar al ministro por donde había entrado, eso sí, rodeado de policías. Y eso que, más allá de los gritos, estaba claro que no tenía nada que temer.