La diseñadora cordobesa se encuentra llena de energía y de proyectos en este mes de marzo, como su participación en la semana de la moda de Puerto Rico, la presentación de su colección de trajes de gitana o la flamante idea empresarial, Wedding Suite, que reúne a un grupo de profesionales cordobeses y de amigos. Tras el calvario con la justicia, esta mujer luchadora dice que ha aprendido a quererse y reconoce que le han hecho mucho daño.

-El 2018 ha empezado con buen pie para usted, con suerte.

-La suerte puede existir o no, pero lo que sí es verdad es que el trabajo hace que la suerte exista.

-Ha sido absuelta por la Audiencia de alzamiento de bienes.

-Pero eso no es suerte. Eso es tener justicia. Para mí, no es suerte haber salido absuelta, sino que la justicia ha hecho su trabajo.

-Pero, si se enlaza la absolución con el desfile en París y con la Fashion Week Madrid... Han coincidido muchos acontecimientos buenos para usted.

-Esa coincidencia, vale, sí. Pero suerte en un tema judicial no existe. Aquí o eres culpable o no lo eres. Es verdad que muchas veces se trabucan las cosas. En mi caso, yo tenía mucha tranquilidad en ese aspecto del alzamiento de bienes. En toda esa parafernalia que habían montado. Estaba más que tranquila. Mi gabinete de abogados de Moreno Toscano están preparando medidas por todo el daño moral, económico, profesional y a mi imagen. No solo a mí, sino el daño que han hecho a mi familia, a mi padre, a mi hermano… De una forma brutal y sin sentido.

-De toda esta experiencia, ¿qué es lo que más daño le ha hecho?

-Que se ha ido (fallecido) mi padre sin saber de manera oficial la absolución. Él sí lo sabía, pero no de manera oficial. El daño que le han hecho a mi padre... Todos los papeles del alzamiento de bienes ya se habían presentado y han estado dos años en un juzgado. Los jueces han visto que yo llevaba razón y se lo dan a la empresa, luego siguen con el pleito. Han ido a hacer mucho daño. A la vista está que el juzgado no ha admitido ni siquiera el recurso.

-Usted llegó a decir en un momento del proceso que era una cabeza de turco. ¿De qué?

-Yo pienso muchas cosas. No las voy a decir en prensa, pero las pienso y me han confirmado que es así. No tienen sentido muchas cosas. No dábamos crédito. Me acusan de delitos que a mí no me pueden acusar, porque yo jamás he trabajado para la Junta, no he sido política. No me pueden acusar de delitos que solo se pueden acusar a políticos o a funcionarios. Que vengan y me lo expliquen, porque no lo entiendo.

-¿Nadie se lo ha explicado?

-Bueno, sí. Mis abogados me han explicado una serie de cosas. Yo he aprendido muchísimas cosas. Lo que no entiendo es que se puedan acusar a personas físicas de delitos que solo los pueden cometer políticos, funcionarios o personas del Estado. Yo no he sido política, ni funcionaria. Yo tengo una empresa privada.

-También dijo usted cuando salió la sentencia absolutoria que iba a celebrarlo con su padre en el cementerio…

-Así lo hice. Eso se queda en la intimidad. Mi padre está descansando y esa parte me la dejo para mí. Todos los días le hablo a mi padre. Fui, lo celebré con él y esa parte es muy privada.

-¿Qué ha aprendido de estos años tan duros? ¿Qué ha sacado positivo de toda esta experiencia?

-Yo siempre he estado muy unida a mi familia y mantengo esa unión. Espero que esto no me haga cambiar, no cambie mi personalidad, ni mi manera de ser. He creído en la justicia y la justicia ha sido justa. El sufrimiento no hay forma con qué pagarlo. El vivir el sufrimiento sin haber hecho nada. Yo no he cometido ningún delito y a la vista está que por lo menos alzamiento de bienes no he cometido. Es una sensación rara. Aprender he aprendido muchas cosas, entre ellas a conocerme mejor, a confiar en personas que realmente me merecían la pena y he aprendido a tener mucha paciencia. Ya la tenía, pero ahora tengo mucha más.

-¿Se ha visto muy perjudicada económicamente?

-Muy perjudicada, no saben cuánto. Qué daño tan grande han hecho al perder contratos muy importantes. Yo vivo de mi imagen y, lógicamente, mi imagen estaba perjudicada. He perdido muchos contratos. Cada vez que teníamos un proyecto salía un titular… Y me ha perjudicado muchísimo.

-¿Se encuentra dolida con los medios de comunicación por el trato que han tenido con usted durante todo el proceso judicial?

-Sí, porque nadie ha llamado, nadie ha verificado ninguna de las noticias que han salido. Nadie de los medios de comunicación me ha llamado para que yo contara mi opinión. Nadie, exceptuando RTVE, Rafa Muñoz, que es buen amigo. Nadie me ha preguntado: «Juana, ¿qué te parece?». Nadie. Yo no soy periodista, pero desde luego me parece que contrastar las noticias es muy importante. El juzgado puede decir lo que sea, pero la presunción de inocencia existe en España. Y en mi caso, no ha habido presunción de inocencia. Yo era culpable, culpable. He tenido que escuchar y leer en titulares verdaderas barbaridades, Y eso es un daño tremendo moral, a mi familia, a mi imagen, profesionalmente. No hay manera de calcular ese daño.

-¿Cree que ahora su imagen está limpia?

-Tú te metes en internet y lo primero que sale de mí es «Juana Martín, imputada». Imagínate. La gente que quiera saber de mí, lo primero que se encuentra es eso. Además, ¿quién puede quitar eso de internet? Ese daño quién va a repararlo, quién. Ese daño a mi imagen, a mi persona, no hay cómo calcularlo. Si me preguntas, ¿ahora irá todo mejor? Sigo siendo la misma, sigo luchando igual, sigo teniendo los mismos valores, pero desde luego estoy muy dolida. Y muy dañada.

-Vamos a hablar de algo más agradable, su desfile de moda en París. ¿Qué ha supuesto que sus diseños estuvieran presentes en la capital mundial de la moda?

-Una ilusión grandísima. Era una ilusión y era también una forma de plantarme ante una sociedad un poco destructora, porque, si yo me voy a París, es porque llevamos año y medio sufriendo acoso en Madrid. Sí, acoso, por culpa de todos los titulares que han salido. Ha sido un año largo sufriendo acoso. Yo me tengo que ir de España, porque considero que ahora mismo no quiero estar en España. Y me voy y desfilo en París.

-¿Cómo han recibido los parisinos sus diseños?

-Extraordinariamente. Cuando te vas fuera, valoran realmente lo que haces, valoran tu trabajo. En el desfile en París había personas especiales de la moda, gente de la cultura. Gente con una exquisitez, que entendían de moda. Decían que lo que estaban viendo era fuera de lo normal, porque había perfección, mucha costura, mucha limpieza, mucha clase, era couture. En España, tú haces todo esto en la Fashion Week y la gente no lo valora, y me tratan despectivamente y hablan de folclore por los volantes. Es una lucha muy grande y continua.

-¿No cree que su trayectoria como diseñadora la sitúa en la alta costura, aunque use volantes?

-En París lo han visto y lo han dicho. Pero luego hay un sector al que no le interesa que yo esté en ciertas zonas. En la Fashion Week Madrid ha llegado un punto en el que era insufrible estar allí. Era un acoso continuo.

-¿Acoso de quién? ¿Por qué?

-De la organización de la Fashión Week Madrid. Era un sinvivir. Nosotros hemos sufrido desde racismo a xenofobia, por ser mujer, gitana y andaluza. Tener que aguantar conversaciones brutales. Tener que aguantar eso y decir estoy aquí. Tener que callarlo todo. Hemos tenido mucho valor. Juana Martín ha sido una persona muy luchadora y lo sigo siendo. Ha sido muy duro tener que aguantar el acoso y encima con los titulares de la prensa. Y luchar, y tener que enfrentarme a personas muy poderosas.

-No acabo de entenderlo muy bien, usted es una asidua de la Fashion Week Madrid y no falta nunca.

-Llevamos un año, desde que entra la nueva organización. Utilizaban todo lo de la prensa para hacer daño. Desde luego, no ha sido todo el mundo. La primera que sufrió el acoso hace un año fui yo y el ensañamiento, desde luego, es conmigo. Luego cayeron otros diseñadores. Decido irme fuera, porque me valoran más fuera que dentro.

-¿Por eso se va a París?

-Sí y ha sido una gran satisfacción, cuando sales de un mundo tan oscuro por mi vivencia desde hace un año. Antes no he tenido problemas, pero desde hace un año sí. Cuando sales de un mundo en que hay un continuo ensañamiento y respiras aire, cuando sales fuera y no saben quién eres y resulta que valoran tu trabajo... No valoran si eres mujer, gitana o al contrario. Han valorado mucho también que una mujer gitana, por sus propios medios, haya llegado a lo que ha llegado. Sin embargo, lo que más han valorado en París es lo que han visto: la costura, el trabajo, los diseños. Entonces, cuando vas a un sitio y ves que lo que valoran son tus diseños de moda, eso me ha satisfecho mucho.

-La puesta en escena del desfile era espectacular con el violinista Paco Montalvo y El Pele.

-Era un respeto tan enorme hacia un trabajo... Después de vivir un año una situación violenta, llegar a un sitio ajeno a tu mundo, no a tu moda, pero sí a la gente que conoces, y ver cómo la gente hacía un silencio absoluto hacia el arte... El flamenco en París se valora cien veces más. La puesta en escena fue brutal. Detrás de todo eso está Flamenco Bohemio, una empresa cordobesa que vive para el flamenco. Se creó magia en el Hotel de Ville. El único fallo del desfile, me dijeron, fue que había pocos trajes y que duró muy poco. Llevaba 35 trajes.

-¿Cómo definiría los diseños que llevaste a París?

-Con un sello muy propio. Tal vez en París he sido más yo misma. He querido ser más yo, y he dejado a un lado esa parte más comercial. Fue todo muy precipitado y lo podíamos haber hecho más extenso. Yo siempre me exijo más, mucho más.

-Lleva a Córdoba en todas las colecciones. En el último desfile en Sevilla presentó ‘Alboreal’, la luz de Córdoba entre los olivos…

-Allí he llevado la colección de novia. Es esa relación de amor/odio con Córdoba. Yo siempre llevo a Córdoba, siempre, conmigo y luego tengo como una guerra conmigo misma por mis sentimientos hacia mi tierra. Yo me siento muy cordobesa y tengo que decir que no tengo queja de mis clientas, que se han plantado en París y me sentí muy arropada. Estaban todos mis colaboradores, que son cordobeses: Rafa Maqueda, Flamenco Bohemia, Menchu Benítez, José Manuel de la Fuente... No quiero dejarme a nadie atrás. Muchísima gente era de Córdoba, pero de esa Córdoba que tiene futuro, que mira al futuro, que no critica, que no pisotea, con una mente abierta. El hecho de que suene Córdoba en la semana de la moda de París es por lo que hemos luchado todos los cordobeses que estábamos allí.

-¿Se siente una persona comprometida? Hace unos años participó con Greepeace para que no hubiera materiales tóxicos en la moda y colabora con distintas oenegés.

-Siempre he sido comprometida y no solo con Greenpeace. Me gusta cuidar el medio ambiente, pero no porque ahora se lleve ser sano o solidario. Son valores que te inculcan desde pequeña, esos valores te ayudan el resto de tu vida. Yo no he aprendido ahora a ser solidaria, yo he sido solidaria siempre. Yo, cuando era chica, no sabía lo que era la solidaridad y, sin embargo, me molestaba en ayudar a la gente. La única herencia que he tenido de mi padre han sido los valores, la calidad humana. Es lo que he aprendido de mi padre. Es la mejor herencia, no hay otra. Una vez que te vas no te llevas una casa, un taller… Pero sí te llevas la forma de ser, los valores, y eso me lo ha inculcado mi padre. Los valores hoy en día no existen, pero en mi casa hay unos valores tremendos. Nos rebelamos contra la injusticia. No nos gusta que se ensañen con el desprotegido, el menor o el débil. No lo admitimos.

-¿Colabora con alguna oenegé en concreto?

-Me da igual que sea Greenpeace o la Asociación de Lucha contra el Cáncer. Con esta última he trabajado años y años con desfiles, también para proyectos de la India, para Proyecto Hombre. Juana no encasilla, ni pone etiquetas, aquí sí o aquí no. Continuamente nos llegan para que donemos un traje y lo damos para que lo rifen. No solo haciendo obra social, sino a mucha gente. No me gusta hablar de lo que hago.

-Es otra faceta de Juana Martín que a la gente le gustaría conocer.

- La gente que me quiere conocer me conoce. He aprendido a ser yo siempre y a rodearme de la gente que me aporte. Yo antes no sabía decir no. Hoy están a mi lado la gente que merece la pena tener al lado. He aprendido a quererme y a tener cerca a personas que me den energía positiva.

-Eso es pura sabiduría vital.

-Yo antes, por respeto, intentaba respetar a todo el mundo y tenía que hacer de tripas corazón. Hoy lo que hago con mucha diplomacia es escoger a las personas que me aportan cosas buenas. Son las que quiero en mi vida, no quiero a personas negativas que me roben la energía. Hoy ya no puedo. Yo tengo intenciones muy buenas y maravillosas, pero en mi casa y en mi mesa come la gente que realmente quiero yo que esté. Las personas que son sinceras para bien o para mal son muy respetables. La sinceridad, la verdad, la persona transparante es la que me llega más.

-¿Qué opinión le merece la relación que se ha establecido entre la anorexia en las adolescentes y las tallas pequeñas en la moda?

-No es nuestro caso. En Madrid miden a las modelos, porque tienen que tener unas medidas saludables. Hay mujeres que son delgadas por genética. Mis modelos son todas saludables, no exigimos para desfilar una talla 34. Nosotros hacemos 36 y 38 real, medidas saludables. Hay que empezar a inculcar que la mujer no es un objeto de belleza como tal. La mujer es un ser inteligente y no hay mujer fea.

-¿Existe techo de cristal en la alta costura?

-Sí, existe. Yo lo estoy viviendo. No hay techo de cristal para una mujer luchadora, aunque nos cueste mucho más trabajo.