El año pasado Cruz Roja atendió y siguió los procesos de adaptación en la provincia de más de 600 demandantes de protección internacional. Personas procedentes de países como Siria, Venezuela, Palestina, Rusia o Camerún, entre otros, donde la situación política y social se ha vuelto insostenible para todo el que aspire a vivir en paz. Y quién no. Ayer, los estudiantes de Loyola compartieron aula con tres de estos solicitantes de asilo político, quienes relataron las dificultades que han tenido que afrontar en un repentino viaje de huida, llevando consigo pocas pertenencias y un pesado equipaje emocional.

Es ese equipaje no físico el que Cruz Roja y el Ayuntamiento quieren ayudar a aligerar con proyectos como este, que recibe el nombre de La Maleta Invisible, y cuyo fin es desmontar los falsos mitos y prejuicios de la sociedad con respecto a los migrantes. Algo a lo que contribuyen los medios «cubriendo estos sucesos desde un punto de vista trágico y desesperanzador, generando estereotipos», en palabras de la técnica de Cruz Roja Inés Pastilla.

Para acercarse a la realidad del colectivo, los alumnos completaron unos billetes simulados con sus datos y lo mínimo que llevarían consigo si tuvieran que abandonar el país. Así, tomaron conciencia alumnas como Carmen Herrera Calzadilla, estudiante de Relaciones Internacionales, quien comentaba: «No todo es política, la gente está sufriendo de verdad».