A primeras horas de la tarde de ayer, vísperas de la festividad del Dulce Nombre de Jesús, la céntrica iglesia de la Compañía abría sus puertas de par en par dando comienzo la primera procesión del año con el Niño Jesús del mismo templo como protagonista. Esta procesión se llenó de vida y juventud, con un cortejo formado por los más jóvenes de la hermandad del Santo Sepulcro, uno de los organizadores de la procesión, junto a los jóvenes de la parroquia de la Compañía y alumnos del colegio de La Inmaculada. Esta iniciativa se enmarca dentro de las actividades del proyecto denominado Escuela de Nazarenos, que lleva a cabo las instituciones organizadoras.

Con una plaza de la Compañía repleta de público se abría paso el joven cortejo formado por alrededor de 40 hachetas repartidas por la hermandad del Santo Sepulcro. Una simbólica luz que precedió al Niño Jesús que ya se vislumbraba en el interior de la parroquia para poco después quedar enmarcado en la puerta principal del templo dispuesto a recorrer, por segundo año consecutivo, las calles de la ciudad.

El Divino Infante procesionó en un nuevo paso, bendecido el pasado 27 de diciembre, con el sello estético de la hermandad del Santo Sepulcro, exornado en esta ocasión con elegantes jarras de distintas variedades de flores todas en color rojo.

Un elegante paso, que fue portado por una cuadrilla de jóvenes costaleros, alrededor de 50, que caminaron a los sones de la cordobesa agrupación musical de la Sagrada Cena, que fue interpretando un clásico repertorio en honor del triunfante Niño Jesús.

La joven comitiva, tras abandonar la iglesia de la Compañía, recorrió calles céntricas como Santa Victoria, Juan Valera, Ángel de Saavedra, Barroso o la calle Sevilla y Málaga para dirigirse de nuevo a la Plaza de la Compañía por la calle Jesús María, calles que se llenaron de público que no perdieron un detalle de la primera procesión del año.