El pleno aprobó por mayoría la declaración de Manuel Rodríguez, Manolete, como hijo predilecto de la ciudad. En un guión conocido de antemano, solo IU y Ganemos votaron en contra alegando motivos de forma (sostienen que no se les ha informado de las conclusiones de la comisión de Manolete) y de fondo (por ser el distinguido un matador de toros). Igual que ocurrió en otros plenos, donde se habló de tauromaquia, hubo presencia de representantes del toreo como Chiquilín, Francisco Gómez o Antonio Tejero. Entre el público, intercambio abrupto de pareceres: «Manolete asesino de toros», dijo una mujer. «Asquerosa», respondió otro.

El concejal socialista David Luque invitó a reflexionar sobre la figura del diestro cordobés «sin prejuicios». Luque lo definió como «un ser humano excepcional» y reivindicó su figura, «aunque el régimen intentó hacerla suya, creando una leyenda negra». Por motivos obvios, especialmente emocionada fue la intervención del concejal del PP y diestro José Luis Moreno, que rogó a los grupos de IU y Ganemos que se replantearan su voto. «Manolete forma parte del ADN de esta ciudad. Ha conseguido ser un orgullo, estar dentro del corazón de esta sociedad apática. Manolete trasciende su obra, no es comparable a ningún otro torero. Fue un símbolo. Ese espejo en el que se miraba la sociedad de la posguerra, que veía cómo ese hombre libre con su esfuerzo, sangre y sudor desafió al poder», dijo. Por contra, Pedro García (IU) reconoció que su grupo nunca hubiera apoyado esta decisión, «no quiero ser un hipócrita», pero criticó sobre todo no disponer aún de las conclusiones de la comisión del centenario. El portavoz de Ganemos, Rafael Blázquez, dijo que «la persona es indisociable de la profesión que tenía». Por contra, para Francisco Gordón, miembro de la comisión de Manolete que intervino en el pleno, la cosa es bien sencilla: «Decir Córdoba es decir Manolete y decir Manolete es decir Córdoba».