A punto de recibir una placa identificativa que señala a este edificio como singular por la Fundación Docomomo del Colegio de Arquitectos de Córdoba, el próximo 4 de octubre, el majestuoso inmueble de La Aduana, que emerge en la Sierra, en un entorno privilegiado de la ciudad, continúa su implacable deterioro, víctima de los saqueos y del vandalismo, ante la preocupación de la comunidad educativa que ocupa un tercio del complejo y la indiferencia de las instituciones. Años y años de expolios y asaltos al que fuera un edificio singular de la arquitectura racionalista de los años 50, que supuso un hito en eficiencia arquitectónica, han convertido el inmueble ya no solo en un lugar abandonado y deteriorado sino en un peligro para la comunidad educativa que ocupa un tercio del complejo, en forma de H y con más de 20.000 metros cuadrados, y para los jóvenes y menores que a menudo entran, sobre todo los fines de semana, en busca de aventuras misteriosas.

A mediados de agosto hubo un incendio en su interior, en la planta primera, justo encima de la zona de educación Infantil del colegio La Aduana, en un corredor donde quemaron unas maderas de la antigua lavandería, y en el curso pasado entraron en la cocina del centro, causando destrozos materiales. Según ha podido conocer este periódico, la comunidad educativa del centro escolar ha puesto casi una treintena de denuncias en los últimos cinco años, al encontrarse tras el fin de semana con actos de vandalismo y destrozos en el edificio. Fuentes de la comunidad educativa señalaron que la Policía Local acude pero no tiene pruebas para detener a nadie y que a veces alguna patrulla ha encontrado a algún grupo de menores merodeando por la zona y los ha echado fuera. El peligro es que haya algún incendio de mayor envergadura o que algún menor de los que entran a grabar vídeos de aventura sufra algún accidente. También padece los efectos del saqueo el magnífico huerto escolar del colegio, que con tanto mimo cuidan los profesores y los niños. Su responsable lamenta que tras sembrarlo, regarlo y cuidarlo, «de la recolección se encargan otros», lo que, dice, «resulta descorazonador».

Ya en el 2010 fueron detenidos cinco jóvenes por causar destrozos en el colegio y en el edificio. Los atacantes realizaron dos butrones en la cocina del centro, que quedó destrozada, también cogieron restos de comida y los tiraron. Las luminarias exteriores y algunas papeleras fueron otras víctimas de los vándalos, que quemaron asimismo un contenedor de basura inerte. Una vidriera de la capilla y un centenar de cristales de las ventanas también corrieron la misma suerte.

Frente a este «olvido» del edificio desocupado, destaca la actividad y el prestigio del CEIP La Aduana, un centro educativo en el que 600 alumnos de Infantil y Primaria y 32 profesores desarrollan una intensa actividad educativa, muy bien valorada por las familias, en un entorno privilegiado. El colegio funciona desde el curso escolar 1971-72 y ha ido consolidándose, ganando espacio y escolarizando cada vez a más alumnos.