El obispo de Bangassou, el cordobés Juan José Aguirre, se vio envuelto el pasado domingo en un tiroteo del que salió ileso cuando intentaba salvar a numerosas personas, suceso en el que fue asesinado el imán de la Mezquita de la ciudad en la que Aguirre desarrolla su misión religiosa. Los culpables de esta acción fueron unos 400 mercenarios anti-Balaka (terroristas que suelen atentar contra la población musulmana), relató el director de la Fundación Bangassou y hermano del obispo, Miguel Aguirre. Estos terroristas habían arrasado el sábado el barrio de Tokoyo, en Bangassou (República Centroafricana), donde reside mayoritariamente población musulmana, lo que provocó que alrededor de un millar de personas (muchos de ellos niños) se refugiaran en la Mezquita de ese barrio. Al conocer estos acontecimientos, Juan José Aguirre y el cardenal nativo Nzapalainga decidieron desplazarse hasta la Mezquita para tratar de ayudar a escapar a los refugiados que había allí. Durante la ardua negociación que tanto Juan José Aguirre como el cardenal Nzapalainga realizaron para que los anti-Balaka dejaran salir a este millar de musulmanes, se produjo un tiroteo, del que salió ileso Aguirre, pero en el que un francotirador asesinó de un tiro al imán de la Mezquita, que estaba al lado del obispo cordobés. En estos momentos, el obispo de Bangassou tiene resguardados en la catedral de esta ciudad, en el Seminario Menor y en su casa a unos 1.500 musulmanes, cuyo barrio fue arrasado y quemado por los anti-Balaka. Miguel Aguirre señaló que debido a estos hechos ha habido unos cien muertos y numerosos heridos, entre ellos algunos de los propios terroristas.

A pesar de lo ocurrido, el obispo de Bangassou ha tranquilizado a su familia, ya que a la zona se han desplazado cascos azules de la ONU, de varios países, pero «el miedo queda ahí», apuntó Miguel Aguirre, «después de lo vivido por mi hermano en el interior de esa Mezquita de Bangassou para lograr que dejaran escapar a un millar de musulmanes».

Juan José Aguirre le contó a su hermano Miguel el jueves que temía que pudiera ocurrir un suceso de estas características porque había una situación muy tensa. Son numerosas las ocasiones que el obispo Aguirre ha visto peligrar su vida, en sus más de 30 años de misión religiosa en Bangassou, labor que lleva a cabo en la tercera nación más pobre del mundo, en un país asolado por la violencia. En marzo del 2013 su diócesis fue arrasada por la guerrilla islamista Seleka y en diciembre del 2013 pudo esquivar un tiroteo de los anti-Balaka en Bangui, capital de la República Centroafricana.