En marzo del 2012, cuando aún estaba en la prisión de Córdoba, todavía sin haber sido juzgado ni condenado, José Bretón también se autolesionó con una cuchilla de afeitar. Entonces, todo quedó igualmente en «un pequeño arañazo en la muñeca y un corte en el hombro», según explicó el abogado José María Sánchez de Puerta. Una «tontería» que achacó a su «impotencia» porque Bretón insistía en que era «inocente».

No fue este el único incidente en el centro penitenciario de Alcolea. En septiembre de aquel mismo año se puso en huelga de hambre. Bretón protestaba así porque quería que le sacaran del protocolo antisuicidio y que le retirarán los presos sombra. La huelga, sin embargo, fue muy peculiar. Aunque comunicó a la dirección de la cárcel que dejaba de ingerir sólidos, compró leche en el economato y en la celda disponía de galletas y dulces, informaron fuentes penitenciarias. Esta fórmula de protesta, la de la huelga de hambre, la pondría más tarde también en práctica en Villena (Alicante).

Bretón, que fue condenado a 40 años de cárcel por el asesinato de sus dos hijos, solo cumplirá un máximo de 25 años en prisión, según el límite establecido conforme al Código Penal. En la actualidad se encuentra en segundo grado penitenciario, el régimen ordinario. La sentencia recogió la petición de Fiscalía de que no se le concedan permisos hasta que haya cumplido la mitad de la pena impuesta, es decir, 20 años.