Le gusta su trabajo. Habla con una seguridad asombrosa. Normalmente seria, aunque a veces, para convencerte de la bondad de sus palabras, esgrime una sonrisa. Durante diez años --de 1999 a 2009-- fue alcaldesa de Córdoba. Muy popular. Y querida. Apostó fuerte por la cultura y embarcó a todos en el sueño del 2016. Luego, incómoda en el seno de IU, aceptó la llamada del presidente Griñán y se hizo cargo de la Consejería de Obras Públicas y Vivienda hasta que Zapatero le ofreció el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. La última legislatura ha permanecido como diputada en el Congreso hasta que Susana Díaz la nombró consejera de Cultura en junio. Ahora, esta licenciada en Derecho por la Universidad de Sevilla, que ejerció la abogacía antes de dedicarse a la política, asume el cargo con el bagaje de una amplia experiencia y la convicción de que el diálogo le puede abrir todas las puertas. Incluso las de la Mezquita-Catedral. "Queremos ser parte de la solución definitiva al tema de la Mezquita-Catedral de manera que la ciudadanía cordobesa se pueda sentir reconocida en esa respuesta", asegura.