NACIO EN HINOJOSA DEL DUQUE. (1942). TRAYECTORIA SACERDOTE Y PERIODISTA, FUE PARROCO DE LA IGLESIA DE SAN LORENZO DURANTE MAS DE 20 AÑOS. AUTOR DE NUMEROSOS LIBROS, FUE COLABORADOR DE RNE, ASI COMO REDACTOR Y SUBDIRECTOR DE DIARIO CORDOBA, DONDE SIGUE PUBLICANDO ARTICULOS.

Antonio Gil fue ordenado sacerdote el 20 de junio de 1965 en la parroquia de La Compañía y cantó su primera misa el 23 de junio en la iglesia de San Juan Bautista de Hinojosa del Duque.

--Se cumplen ahora 50 años de su ordenación. ¿Cuándo tomó la decisión de ser cura?

--Lo decidí siendo muy pequeño, en la catequesis, en Hinojosa del Duque, ahí nació mi deseo de parecerme al cura del pueblo, que era un hombre que hablaba muy bien. Después, esa idea se consolidó en un mes de ejercicios de filosofía y teología y fui tomando conciencia de esa vocación con los años.

--¿Qué recuerda de aquel 20 de junio en que se ordenó?

--Fue una mañana luminosa. Recuerdo la presencia de monseñor Manuel Fernández Conde, de sacerdotes y seminaristas y recuerdo a mis padres. La liturgia de la ordenación tenía entonces una serie de símbolos muy atrayentes y recuerdo como algo muy emotivo el momento en que mi madre ató mis manos juntas con una cinta blanca.

--¿Sintió usted "la llamada"?

--Sí, sí. Yo he tenido la suerte o la gracia de haber sentido la llamada de la vocación sacerdotal siendo un niño.

--¿En su familia había algún sacerdote o fue usted el primero y cómo reaccionó su familia?

--Sí, había religiosos y religiosas dominicos y carmelitas. Mi familia reaccionó muy bien. En los años cincuenta, la figura del sacerdote estaba muy considerada en la sociedad.

--Pero era usted muy joven...

--Sí, entré en el seminario con solo once años, lo pedí yo.

--¿Cómo fue su infancia en Hinojosa del Duque?

--En plena posguerra, fue dura. Ir a la escuela ya era un sacrificio, llevábamos sabañones en las manos y un pequeño braserito para calentarnos. Pero ya dijo el poeta que la verdadera patria de un hombre es su infancia y la mía fue feliz.

--¿Cuál fue su primer destino como sacerdote?

--El seminario menor de Los Angeles, cerca de Hornachuelos. Estábamos ocho sacerdotes con 300 chicos estudiando los primeros cursos de humanidades. Fue una experiencia muy bonita de formación y de comunidad.

--¿Qué suponen para usted estas bodas de oro sacerdotales?

--Para mí son un himno de gratitud y esperanza, gratitud por tantos dones recibidos a pesar de las deficiencias y fallos personales y esperanza por una labor que ha abarcado el ministerio sacerdotal y la profesión periodística.

--Usted escribió la biografía de Agustín Molina, el padre Ladrillo, del Naranjo. ¿Tras una vida de sacerdocio, cómo le gustaría que le recordarán a usted?

---Me gustaría que me recordaran como un hombre de bien.

--¿Qué ha aprendido del ser humano visto desde el púlpito?

--He aprendido lo que decía Albert Camus o Ana Frank en su diario, que en el hombre siempre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.

--¿Qué le pide a la Iglesia como institución en el siglo XXI?

--La Iglesia anuncia la noticia de la salvación, pero son los laicos los que construyen el mundo y yo creo que la gran misión de los laicos hoy no es tanto predicar como hacer presente a Dios en la vida diaria.

--Ahora que hay crisis de vocaciones, ¿cree que abrir la puerta del sacerdocio a las mujeres sería una solución?

--La Iglesia tiene una doctrina. Hay que ir a San Agustín. En lo esencial, unidad, en lo discutible, libertad y en todo, caridad.

--Su otra vocación es el periodismo. ¿También sintió ahí una llamada?

--Sí. Los periodistas tenemos vocación y una vocación entraña cualidades y gusto. Desde los primeros años del seminario, un grupo de alumnos de humanidades sentimos la necesidad de escribir y sacamos una revista con papeles sueltos que iba pasando por todos. Cuando acabé la carrera sacerdotal, decidí hacer Periodismo en Madrid y acto seguido trabajé como asesor religioso de la emisora La voz de Andalucía .

--¿Qué fue lo que más le atraía de la profesión periodística?

--Me gusta saber captar aquello que tiene interés para la gente. Los viejos manuales del periodismo decían que una noticia es lo que interesa a más de 5.000 personas. El periodismo está siempre muy cerca de la alegría y del dolor, la vida y la muerte siempre son noticia.

--¿Recuerda cuál fue su primer reportaje?

--Fue para el periódico Signo y era sobre la iglesia de Los Angeles de Alcolea que hicieron con sus manos los vecinos. El titular fue: "Los vecinos se construyen su propia iglesia en la barriada de Los Angeles". En Diario CORDOBA, el primero fue sobre La Arruzafa, se titulaba: "La Arruzafa, un palacio de cristal".

--¿Qué ha significado para usted el Diario CORDOBA?

--Ha sido mi segunda casa, un diario al que vinculé mi vida profesional desde el 1 de agosto de 1970, cuando me incorporé como redactor a la plantilla y, más tarde, como subdirector, hasta que lo dejé hace ocho años. En ambas etapas, viví y aprendí en vivo y en directo muchos valores humanos junto a compañeros excepcionales.

--Para terminar, le voy a decir una serie de nombres y palabras y usted dígame lo primero que le venga a la cabeza:

Papa Francisco: Genial, el Papa que necesitaba la Iglesia. Un hombre de Dios en medio de los hombres.

Rouco Varela: Una etapa de la Iglesia española.

Demetrio Fernández: Mi pastor.

Cáritas: El amor organizado de la Iglesia.

Mezquita-Catedral: Un templo cristiano concedido a la Iglesia hace casi ocho siglos.

Pederastia: Condena total, tolerancia cero.

Aborto: Ataque frontal a la vida, la muerte de un inocente.

Podemos: Una alternativa más.

Celibato: Una exigencia de la disciplina eclesial, un don para el servicio a los demás.