Aunque pasen desapercibidos existen una serie de bienes públicos relacionados con la agricultura que no pueden intercambiarse a través del mercado, pero que aportan mucho desde la perspectiva de paisajes agrarios o la generación de biodiversidad. Tal es el caso de las dehesas, los olivares de montaña o los arrozales del Gualquivir.

Según explica el profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Córdoba, José Antonio Gómez-Limón, en los últimos años se ha detectado que, con la globalización de los mercados, muchos de estos bienes públicos han adquirido, desde la perspectiva económica, un carácter 'marginal', que les hace corren el riesgo de desaparecer.

Con el objetivo de analizar qué instrumentos de política agraria pueden implementarse para garantizar ese suministro de bienes públicos, la UCO participa junto a otros 16 socios de quince países europeos en el proyecto Provide, englobado dentro del programa Horizonte 2020. Tres años de trabajo por delante, con 3 millones de euros de financiación, que pretenden poner en valor esta cuestión en los diferentes sistemas agrarios que existen en Europa. "Vamos a intentar remunerar esto de alguna manera y de forma diferente", señala Gómez-Limón.

INSTRUMENTOS MAS EFICACES Y es que, apunta el profesor, hasta ahora, por ejemplo, el único beneficio para el agricultor o ganadero era que el cordero de la dehesa o la aceituna del olivar de montaña se le pagaba un poco más alta que el de otros ecosistemas. "Debemos encontrar instrumentos más específicos que paguen el servicio que generan desde la perspectiva de política agroambiental: biodiversidad, evita incendios, erosión etc..".

En esta investigación, la UCO, con el profesor Gómez-Limón, forma parte del Comité de Gestión del proyecto y aporta "mucha experiencia en esta investigación, hemos colaborado de manera decisiva en la elaboración de la propuesta ganadora".

Hay que recordar que estos proyectos, que generan una importante red de trabajo que pone en relación a grupos de máximo nivel europeo, tienen un grado de competencia muy elevado. A este, señala el profesor, se presentaron propuestas de más de diez consorcios europeos, entre los que finalmente se seleccionó al que forma parte la UCO. "La Comisión Europea supervisa muy de cerca el trabajo y está muy pendiente de que se alcanzan los objetivos marcados", afirma Gómez-Limón.