Ninguna alerta por altas temperaturas prevista en la capital frena al grupo "Córdoba Patina" para recorrer el asfalto cordobés sobre ruedas, una o dos veces por semana, en rutas de hasta 15 kilómetros por céntricas localizaciones, como la Mezquita-Catedral o la Plaza de las Tendillas.

"Me gusta patinar porque es una forma diferente de ver la ciudad, tienes más libertad, además de ser un transporte muy ecológico; solo consumes ruedas", cuenta a Efe uno de los responsables de "Córdoba Patina", Ceferino Luna, en su quedada en la plaza Matías Prats de la capital, desde donde se inician las rutas.

Cuando cae la tarde, sobre las 21.00 horas, empiezan a llegar los primeros patinadores, que comienzan con su ritual: calzarse los patines, ponerse coderas y rodilleras, así como cascos, no sin antes charlar un poco sobre qué tal va todo.

"Yo comencé a patinar porque conocimos al grupo a través de Facebook y de manera altruista me enseñaron, me voy de ruta con ellos y ahora ya hemos hecho buenos amigos e incluso quedamos para tomar algo después", comenta Elena Ortega, una maestra cordobesa.

La actividad comenzó hace cuatro años a través de una página de Facebook entre amigos que quedaban para patinar de manera informal, hasta que, quedada tras quedada, se fue uniendo más gente y ahora cuentan con más de 1.200 seguidores en la red social y con una treintena de aficionados que se dan cita dos veces por semana para "quemar ruedas".

Lucas Martín, un argentino residente en Córdoba, es otro de los patinadores, que valora la gratuidad del grupo al enseñar a quien se acerque a patinar sin más pretensión que disfrutar de esta actividad y quien destaca que "lo interesante de aprender a patinar compartiendo con quien tiene tu misma afición".

Como entrenamiento, estos patinadores comienzan realizando un "slalom freestyle", que se trata de bordear conos puestos en el suelo a una distancia de unos 50 centímetros para aprender a realizar giros rápidos por si, por ejemplo, cuando salen de ruta, se les cruza un perro y tienen que esquivarlo.

Aunque todos son aficionados y realizan un estilo de patinaje libre, no falta quien se atreve a realizar saltos en el aire con sus patines de línea.

Pasadas las 22.00 horas, el grupo inicia la ruta tras las instrucciones de Ceferino Luna, quien explica por dónde van a pasar y les da las indicaciones de seguridad necesarias como por ejemplo, caer siempre hacia adelante para evitar lesiones.

"Hay demasiadas barreras arquitectónicas en la ciudad; zonas de bastante empedrado, cuestas y el carril bici no está acabado", se queja Irene Lucena, una estudiante de Periodismo que patina para "hacer ejercicio y liberar tensiones".

El responsable de "Córdoba Patina" indica que tratan de seguir el carril bici, algo que no siempre es posible, a lo largo de sus paseos nocturnos sobre ruedas en los que pasan por El Vial, la céntrica Plaza de las Tendillas, la Ribera o incluso, los alrededores de la Mezquita-Catedral.

"Elegimos la ruta dependiendo del nivel que tengan las personas que acudan ese día; hay zonas más complicadas de cuestas en las que, aunque siempre nos ayudamos entre todos, hace falta algo más de experiencia", señala Luna.

Además, este informático de profesión y moderador del grupo de Facebook "Córdoba Patina", que promueve el patinaje por Córdoba y está abierto a todo el mundo, asegura que siempre recorren las calles con mucha precaución con respecto a los peatones.

En el grupo hay gente de todas las edades; desde niños de 10 años hasta personas de edad más avanzada con sus patines de línea o los típicos de bota blanca de toda la vida, porque lo importante, comentan todos ellos, es divertirse y recorrer la ciudad de una manera libre y entre amigos.