Cuenta Tomás Egea que cuando llegó a Córdoba a finales de los años 50 "me quedé fascinado con la movida del Equipo 57". También en ese encuentro con la vanguardia artística cordobesa fue fundamental Rafael de la Hoz, que trajo a Oteiza para hacer las esculturas de la Cámara de Comercio. "Oteiza, al que le gustaba sentar a alumnos a su alrededor, llamó a Juan Serrano y Pepe Duarte, que ya trabajaban juntos; a Aguilera Amate, a Aguilera Bernier... Ese fue el germen del Equipo 57 y su visión del arte constructivo. Negaban el sistema capitalista y las galerías de arte".

--Imagino que esa modernidad chocaría con la formación clásica que acababa de adquirir en Madrid.

--Ya ves, veníamos de San Fernando con el aire romántico del artista, y fue un impacto conocer a Ibarrola y a gente que negaba todo lo que tú habías estudiado. Te hablaban de Piet Mondrian, que aquí lo conocía hasta el personal de la tienda de Espinar, el pintor industrial. También él entró en el equipo de De la Hoz, creó un equipo muy bueno.

--¿Y cómo encajó usted en ese ambiente tan rompedor?

--Los del Equipo 57 alquilaron un cocherón en la Ribera y allí nos reuníamos. Reconozco que tuve que ponerme las pilas y falsear un poco la cosa para adaptarme a aquello, aunque luego he seguido fiel a mí mismo, sin influencias. Pero entonces hice un mural abstracto para la cafetería Ivory que incluso me salió bonito. También hice las cerámicas de la cafetería Aqua, que estaba a la bajada del Viaducto.

--Muchos cuentan que los años 60 fueron en Córdoba el acabóse en lo que toca a la modernidad artística. ¿Lo cree usted así?

--Fue una buena época, sí. Pensábamos que el arte se debía sacar a la calle, y gracias a la experiencia que López Obrero había adquirido en Barcelona montamos el Salón Córdoba en 1964, pensando hacer una exposición colectiva en un sitio al que fuera todo el mundo, y se escogió lo que hoy es la Facultad de Derecho. Se hizo también un ciclo de conferencias en el que participó Carlos Castilla. Y que no se me olvide destacar a Fernando Carbonell, presidente del Círculo de la Amistad, que de la mano de Povedano trajo toda la vanguardia española. Fueron buenos tiempos.