La exhumación y posterior prueba de ADN han confirmado a Andrés Cepas sus "sospechas". En la sepultura en la que supuestamente estaba enterrado su hermano gemelo lo que había era unos restos óseos de una niña de unos siete meses de edad sin ninguna relación genética ni con él ni con su madre. Ante esta revelación, Cepas insistió ayer en que "estoy seguro de que el de mi hermano es un caso de bebé robado", a pesar de que la Justicia ha "archivado el asunto hasta en tres ocasiones". Mientras tanto, su madre, Pilar García-Galiano, aseguró tras la noticia que ahora "mi deseo es encontrarlo para que sepa que ni lo vendimos ni lo abandonamos".

Todo se remonta al 19 de diciembre de 1985, según relata María José Cepas, la hermana de Andrés. Aquel día, su madre, con 36 años y embarazada de gemelos, dio a luz en el que se conocía como Hospital Provincial. Uno de los pequeños, Andrés, vivió, pero les dijeron que el otro, al que siempre dieron el nombre de Juan Ignacio y que no dejaron ver a la madre, había muerto a las dos horas de nacer. A María José le enseñaron "algo entre algodones", pero siempre les quedó la duda sobre qué había ocurrido.

Hace un par de años, cuando Andrés comenzó a escuchar la existencia de casos de niños robados, se animó a buscar documentos y encontró "incongruencias y falta de datos": nadie pudo facilitarle su historia clínica y en el "legajo de aborto, que se expide cuando un niño vive menos de 24 horas", aparece pero sin la causa de la muerte y sin coincidir las horas.

EN SACO ROTO Con estos elementos en su poder, la familia denunció el caso ante la Fiscalía, pero este, como otros casos denunciados en Córdoba, se archivó. Posteriormente, tras recabar nuevos documentos del archivo de la Diputación en los que se apunta a que la madre dio a luz dos niños pero solo aparece uno en el registro, en el que hay un "baile de nombres" de los profesionales que asistieron el parto, volvieron a denunciar ante el juzgado de guardia y a reclamar la exhumación. Sin embargo, el juez de instrucción, por segunda vez, archivó el caso. Aun así, la familia recurrió ante la Audiencia Provincial y esta contestó que "nos habíamos dejado llevar por la alarma social", recuerda María José Cepas.

Dispuesto a llegar al final, el pasado 4 de septiembre, en el cementerio de San Rafael, exhumaron los restos óseos de la sepultura del gemelo dado por muerto. Y ahora, el estudio de ADN les ha dado la razón. Los restos enterrados en esa tumba corresponden a "una niña, de algo más de siete meses y, aunque los huesos estaban bastante degradados, el perfil genético no corresponde ni con el de la madre ni con el del hermano gemelo", según explicó ayer a este periódico Jaume Buj, director de Neodiagnóstica, el laboratorio de genética y toxicología forense que ha realizado la prueba. "Ahora, que la Justicia reflexione, que piense, porque no nos ha hecho caso y el tiempo nos ha dado la razón: es un caso de bebé robado", concluyó María José Cepas.