Resumir en unas pocas líneas el significado que tiene en Córdoba la concesión del Premio Príncipe de Asturias a la ONCE, que se entrega hoy, y los 75 años de intenso trabajo de esta institución en la provincia puede parecer tarea imposible. O quizá no.

Ciertamente, es posible recurrir a las frías cifras y así recordar que la ONCE es actualmente una de las mayores empresas de la provincia. No solo por sus 1.387 afiliados, como recuerda la directora provincial de la organización, Estela Medina, ni tampoco por la enorme cantidad de dinero que a diario pueden mover los 415 vendedores de la provincia en lo que ahora se llaman "productos ONCE" que, para entendernos, va desde el clásico cupón diario al cuponazo , pasando por el 7/39, la lotería instantánea o el reciente Jackpot.

Porque la importancia de la ONCE, su historia, su presente y su futuro para cientos de cordobeses va mucho más allá de lo que los números pueden expresar. Bastan dos ejemplos para descubrirlo, todo ello a través de los testimonios de sendas afiliadas en Córdoba: la más veterana de la organización en la provincia a sus 79 años, Mercedes Mármol, y las palabras de una de las últimas afiliadas, Mercedes Luna.

Y es que, para Mercedes Mármol, ciega desde la edad de dos años, "mis hijos son lo mejor que me ha pasado en la vida, pero la ONCE...", dice sin terminar la frase. No es para menos. Desde su educación, en el prestigioso colegio de Sevilla que era "la envidia de muchos porque teníamos un nivel mucho más adelantado" que los centros educativos convencionales, hasta su trabajo (que empezó a desarrollar en los años sesenta), y su actual calidad de vida, se lo debe a su esfuerzo, por supuesto, pero también a la ONCE. Incluso puede decirse que el amor de su vida, y no es caer en un falso sentimentalismo, también fue gracias a la institución ya que a través de su trabajo, el puesto de venta en la plaza de las Tendillas, y de la entidad conoció y se enamoró de Antonio López, que por entonces ya tenía una deficiencia visual que después fue en aumento.

"¿Que qué hubiera sido de nosotros sin la ONCE? Pues lo que ocurre en otros países... la miseria. Habríamos estado pidiendo por la calle, tocando la guitarra o recitando romances, como por entonces estaban", sentencia Antonio López, mientras su mujer asiente con la cabeza.

Desde un punto de vista muy distinto, también la ONCE es parte de la vida de Mercedes Luna pese a ser de las últimas incorporaciones a la organización. Hace una década tuvo un accidente por causa de la vista, "pero no la mía, sino la del conductor que me atropelló en un paso de peatones", explica. Para colmo, poco después tuvo un revés personal de los que marcan la vida. Los años siguientes no se pueden calificar como buenos porque su deficiencia visual aumentaba, hasta que entró oficialmente en la ONCE el 11 de julio de este año. Ahora se encuentra más arropada y hasta bromea con lo más duro. "Si quieres una anécdota, te diré que todavía me la pego con las farolas", dice sonriendo. Nadie ha dicho que la vida sea fácil, pero Mercedes no la vive como una tragedia, algo en lo que le ha echado una mano la ONCE.

El paso del tiempo

Incluso, se puede evocar el paso del tiempo por la ciudad a través de la organización de ciegos, como explica Antonio López cuando recuerda cómo evolucionó su puesto de venta en Las Tendillas. Las imágenes, que él apenas veía borrosas por su progresiva ceguera, sin embargo les vienen a uno a la cabeza, primero en blanco y negro, cuando solamente exponía los cupones, luego con el listón que se inventó para mostrar los números, más tarde el quiosco... Incluso cuando el entonces alcalde Julio Anguita le prohibió que usara megafonía para anunciar sus números del día.

Y la vida sigue en Córdoba. "Las nuevas tecnologías nos están facilitando mucho la vida", explica Antonio López mientras su pulgar corre sobre el menú de su teléfono con más agilidad que la de un adolescente y el aparato le contesta con una voz acelerada, casi incomprensible para el que no tiene el oído entrenado. También le habla el teléfono fijo... y hasta el lavavajillas.

Eso sí, tecnología aparte, el entrevistador tiene curiosidad por el lado más humano, por cómo dos invidentes se casaron, se enamoraron, crearon una familia y son felices. "Una vez sí que me equivoqué y al bajar de un autobús (creyendo que era Mercedes) cogí por la cintura a otra mujer. ¡Qué vergüenza!", cuenta Antonio. "Yo no me he equivocado nunca", dice Mercedes Mármol esbozando una sonrisa con toda la ironía del mundo.

También Mercedes Luna termina la charla con sentido del humor. Junto a ella, su sobrina, Irene Aracil, que la acompaña para volver a casa tras la entrevista, resume el espíritu del encuentro con una frase de El Principito : "Lo que es esencial es invisible para los ojos". No le falta razón. El tiempo, la vida y lo que de verdad importa se miran con otros ojos.