El nombre de Alfonso, de origen germánico, significa noble dispuesto al combate. Nada mejor que un nombre así para definir el espíritu luchador de este joven rambleño, acostumbrado a la disciplina del deporte desde muy pequeño. "He dejado de hacer cosas que hacen otros chicos de mi edad por cumplir los horarios, la dieta y las horas de descanso, pero para mí no ha sido una renuncia porque el deporte es mi pasión", explica, "hay tiempo para todo". Agradecido a todos los que le han impulsado a seguir, es consciente del esfuerzo de sus padres. Después de unos días de vacaciones, el lunes volverá al centro de alto rendimiento de Madrid para entrenar. "En casa, están acostumbrados a que esté fuera", comenta sincero, "pero tengo el apoyo de mi entrenador, que me ha transmitido todos sus conocimientos; es un verdadero maestro".