Lo que está pasando en el Ayuntamiento de Córdoba no es gracioso. Ni es una anécdota que se pueda zanjar con un "son las cosas de Rafael Gómez", sino un hecho grave que debe preocupar tanto a sus protagonistas, como al alcalde, al equipo de gobierno y al resto de la oposición. De lo ocurrido el viernes en Capitulares puede salir una entretenida crónica periodística con gritos de "socorro, socorro", visita del concejal Carlos Baquerín a Comisaría y el relato de cómo Rafael Gómez cantaba flamenco al mismo tiempo en la cafetería que hay junto al Ayuntamiento, pero es lamentable dedicar la atención a esto con los problemas tan graves que vive la ciudad.

¿Para esto hemos quedado? Pues si hay que seguir contando estos dislates se hará, por supuesto, para eso estamos, pero sepan que un periodista con casi 30 años haciendo información municipal ha podido ver situaciones tensas y más tensas, graves y más que graves, con concejales enfrentados a cara de perro y el público exaltado en el salón de plenos, pero nunca ha presenciado entre cargos públicos (salvo cuando el exalcalde de Encinarejo Miguel Martínez Múrez y quienes le acompañaron entraron a Capitulares soltando mandobles), en la sede institucional, estos modos barriobajeros que sonrojan, o deben sonrojar, tanto a los que los protagonizan como los que los presencian.

Quizá Rafael Gómez, como quedó tan desilusionado por no haber conseguido ser alcalde, no se dé cuenta del éxito electoral tan grande que consiguió en las municipales del 2011 (casi 25.000 votos), y de la responsabilidad que eso conlleva. Todo cargo público tiene desde el lugar que ocupa, sea un pequeño pueblo sea la presidencia del Gobierno, un mandato de sus electores, y la obligación de representarlos y de defender los intereses de los ciudadanos, lo que incluye el respeto y el cuidado de la imagen institucional. Por su carácter de político no profesional, y por su propia forma de ser, el discurso político del líder de UCOR es populista, pero según avanzan los meses se va dejando arrastrar por un lenguaje y unas maneras que se ha pasado ya tres pueblos de la expresión llana o castiza.

El problema con los concejales díscolos de UCOR, Carlos Baquerín y María José López de la Bastida, se ha convertido en una disputa tabernaria sobre lo que en realidad a nadie le interesa, mantenida a base de periódicos choques, gestos y desdenes que ya cansan. Responsabilidad en ello tiene también Baquerín, dado que por su formación intelectual de abogado y de anterior profesor universitario debe conocer bien las consecuencias o el daño que a la institución puede hacer la refriega que mantiene, o más bien las formas de que reviste esta contienda, pues en las razones de fondo de las mismas no se va a entrar aquí. Da la impresión de que se pretende mantener vivo o en candelero ante la opinión pública ese conflicto que le afecta en lo personal, y está en su derecho, pero guardando las formas. Y debería reflexionar sobre si pasa más tiempo en Comisaría con denuncias bajo el brazo o en el Ayuntamiento aportando ideas para, por ejemplo, sacar a esta ciudad de la crisis. Parece que en UCOR no se dan cuenta de que forman el principal grupo de la oposición y que su misión es la de controlar y fiscalizar y en su caso criticar al gobierno local, tarea que vienen desempeñando los otros dos grupos, IU y PSOE.

Esto habría que pararlo. A lo mejor es el momento --antes de que el asunto vaya a más y tengamos la ambulancia en la puerta del Ayuntamiento-- de que el alcalde, José Antonio Nieto, reúna a la junta de portavoces y aborden este tema con seriedad, porque la imagen de Córdoba se está viendo resentida. Ya dijo el alcalde el viernes que esto no es un colegio, y es verdad, pero habrá que actuar para que no lo parezca. Es cierto que la convivencia entre UCOR y el resto de las fuerzas políticas no es fácil, no solo por las características de este partido, sino porque Rafael Gómez pisa Capitulares como concejal, pero no puede quedar atrás su condición de empresario que tiene varias causas tributarias abiertas en el Ayuntamiento, la más importante de ellas la multa de 24,6 millones por construir sin licencia 40.000 metros cuadrados de naves en Colecor. No debería ser motivo de fricción, aunque el debate sí es legítimo, el tema de la sanción desde el punto y hora que está recurrida ante el TSJA y los jueces aún no se ha pronunciado, pero sí hay otras sanciones por asuntos distintos que la administración local reclama al empresario y por las cuales ha embargado algunos bienes. El próximo miércoles el Pleno tocará de forma genérica el tema de los "grandes deudores" del Ayuntamiento, y tal como está de caliente la cosa, ya pueden esmerarse los concejales para conseguir que se guarden las formas y aquello no se convierta en lo que no se debe convertir.

Para terminar de exacerbar los ánimos de Gómez, el gobierno local presenta y respalda el proyecto presentado por Tremón para hacer un complejo turístico en la zona del Arenal de la Fuensanta. Nieto asegura que el registro acredita la propiedad de Tremón sobre esos terrenos que fueron en su tiempo propiedad de Rafael Gómez, pero éste dice ahora que es dueño de la Ciudad Deportiva porque ese grupo inmobiliario no ha satisfecho por completo los pagos acordados. Era de esperar la reacción de Gómez, así como el silencio que de momento mantiene el grupo Tremón. Queda abierto ahí otro misterio sobre el que seguramente se enredará la ciudad durante el tiempo que haga falta. Curiosamente, Tremón plantea una recalificación urbanística de ese espacio de 40 hectáreas. Resulta asombroso que ningún gran proyecto se plantee en Córdoba sin su correspondiente recalificación de terrenos, como lo es que ninguno de esos grandes inversores externos llegan a la ciudad sin tender de inmediato la mano para pedir.

Pero qué se puede esperar con esta imagen de inseguridad jurídica que transmite la ciudad, a la que se suman ahora los numeritos de Unión Cordobesa, que también influyen, porque fuera de la frontera provincial la gente no se plantea si es UCOR o es otra fuerza política, sino que piensan "vaya con la que tienen liada en Córdoba". En resumen, que esto hay que corregirlo, arreglarlo.