El cielo estaba gris. Hacia frío en la calle. Pero en Capuchinos una radiante luz emanaba del crucero del templo. Era la Virgen de la Paz, toda vestida de blanco y solo escoltada por cuatro blandones de plata. La Paloma de Capuchinos esperaba que sobre sus sienes se ajustara una oración callada, sentida, en esta ocasión con forma de corona de plata. Fue así como mientras por las bóvedas de la iglesia reverberaba el Ave María de Schubert interpretado por la Joven Orquesta del Conservatorio, el padre Antonio de la Fuente, guardián del convento del Santo Ángel, le imponía la nueva corona de plata. Una presea que ha sido labrada por el orfebre cordobés Emilio León bajo diseño de Jesús de Julián. El artista ha combinado el noble metal con distintas piedras preciosas como las aguamarinas, que se dejan ver en destacadas partes de la corona. Haciendo juego a ésta se estrenó un puñal en plata, obra del mismo orfebre, que al igual que la corona, ha sido donado por un hermano. Autoridades y devotos se dieron cita en el acto, al que asistió Concepción Agudo, viuda del imaginero Juan Martínez Cerrillo, quien emocionada, una vez más, fue testigo del cariño que la cofradía de Capuchinos profesa a la delicada Virgen que un día saliera del taller de su marido, de seguro, orgulloso de las buenas manos en las que está su Virgen de la Paz.