El Círculo de la Amistad recibió ayer a dos magistrados de larga experiencia como Alvaro Rodríguez Bereijo, presidente emérito del Tribunal Constitucional, y Pablo Lucas Murillo, magistrado del Tribunal Supremo, como ponentes de una conferencia coloquio sobre La constitución y la estructura territorial del estado español , enmarcada dentro del Foro Diálogos que organiza Córdoba Nuevo Milenio.

Aunque ambos, expertos en Derecho Constitucional, coincidieron en su defensa del modelo autonómico español, fue Rodríguez Bereijo quien se mostró más crítico sobre su definición y abogó por la conveniencia de establecer cambios que le permitan adaptarse a la coyuntura actual. En este sentido, planteó la necesidad de cerrar la excesiva apertura del estado autonómico. "Tenemos un estado permanentemente abierto, en plebiscito cotidiano, y hay que revisarlo a fondo porque no solo es económicamente insostenible sino políticamente inestable", aseveró. En su opinión, hay que redefinir las competencias de las distintas administraciones "para eliminar los solapamientos y las duplicidades, sobre todo, en lo que se refiere a la legislación del Estado". En cuanto al escenario económico, Rodríguez Bereijo expuso que, atendiendo a la realidad contemporánea, eminentemente globalizada, "no tiene sentido poner trabas a la circulación de bienes o de mercancías con 17 legislaciones independientes, ya que de este modo sumamos a los costes de la producción un coste político inviable".

Por su parte, Pablo Lucas Murillo defendió que el estado autonómico español es un elemento esencial de la Constitución, "la base del pacto constituyente de 1978 y una de las principales razones por las que el sistema político ha tenido éxito y ha permitido progresar a España en los últimos 30 años", comentó. Según argumentó, "en la actualidad, la crisis económica está acentuando los desajustes del modelo autonómico, haciéndolos más perceptibles". De ahí que, en su opinión, "cabe pensar que una reforma de la Constitución permitiría reestablecer las bases de la convivencia y revitalizar el pacto constituyente". A diferencia de Rodríguez Bereijo, que criticó la falta de mimbres políticos y de consenso suficiente como para afrontar una reforma en profundidad del texto constitucional, Lucas Murillo se mostró más optimista y afirmó que "las circunstancias del 77 eran mucho más difíciles que las actuales y sin embargo se consiguió el consenso".