Han estado fuera de su casa menos de una semana. El pasado viernes, el juez ordenó el desalojo, sin previo aviso, de Lourdes y los suyos. Se llevó a cabo cuando volvía de dejar a los niños en el colegio, en media hora, el tiempo justo para que ella, sola y embarazada de tres meses, saliera de su vivienda en el Campo de la Verdad dejando atrás toda una vida, todos sus muebles, su ropa y hasta el gato, que no pudo llevarse porque no le dieron opción. Tampoco le permitieron llamar por teléfono para pedir ayuda, según relata indignada por la forma en la que sucedieron los hechos. "No es justo que te traten de esa manera, como a un criminal", insiste cada vez que recuerda el trato que recibió aquel día y que ha motivado una denuncia en la que acusa a los funcionarios de coacción y vejaciones.

Aquel capítulo ha pasado y ahora está de vuelta. Desde el miércoles. Según Lourdes y José Manuel, han regresado porque la puerta estaba abierta. Así de simple. "Y como todas nuestras pertenencias están aquí, no nos queda otra que quedarnos, aunque ahora sea como okupas ". Nadie sabe muy bien quién fue el que forzó la cerradura, aunque la plataforma Stop Desahucios hizo ayer público un comunicado en que subrayaba la autoría colectiva "como en Fuenteovejuna". La versión de Lourdes y José Manuel, ambos en paro, es que una vecina los llamó para alertarles de que alguien había intentado entrar en la casa dejando la puerta abierta.

Dar la cara

48 horas han tardado en hacer pública la ocupación. "Podríamos habernos metido aquí y no decir nada a nadie, pero queremos dar la cara, pedir que negocien con nosotros y denunciar la injusticia de los desahucios". Familias desalojadas a toda prisa que dejan casas vacías y cerradas. "Ni siquiera sabemos para qué quiere esta vivienda la empresa subsidiaria del banco que se la ha quedado", insiste José Manuel, "tiene la sede en Luxemburgo, por aquí no han pasado". Desde que el juez cambió la cerradura, han recibido una llamada de dicha empresa. "Fue para ofrecernos un camión de mudanza gratis, no han querido negociar nada, pero nos lo ponen en bandeja para que salgamos corriendo", recalcan los afectados, que aseguran estar dispuestos a luchar antes de quedarse en la calle. "No nos vamos a esconder, haremos una vida normal mientras podamos, no somos delincuentes, si no pagamos es porque no tenemos dinero ni trabajo, y lo estamos buscando, pero tenemos dos niños y uno en camino que tienen derecho a una vivienda".

El drama de los desahucios se saldó ayer con una víctima en Granada. Un hombre se suicidó horas antes de ser desalojado. En solidaridad con él, la plataforma Stop Desahucios se concentró ayer en el Bulevar. "Para que esto no vuelva a pasar".