Un gran número de enfermedades como la sensibilidad química múltiple, el alzheimer, el síndrome de fatiga crónica, la diabetes, las fibromialgias, la hiperactividad o el cáncer, entre otras, pueden venir motivadas en muchos casos por tóxicos de origen ambiental presentes en productos que utilizamos de forma cotidiana. Así lo aseguraron ayer los expertos que participaron en las Jornadas sobre Medicina Ambiental celebradas en la Universidad de Córdoba. "El director de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, Cristopher Wild, ha señalado que el 90% de los casos de cáncer son provocados por factores de toxicidad ambiental, siendo 2 de cada 3 evitables, y esto es algo que apenas se ha difundido", aseguró Pilar Muñoz Calero, presidenta de la Fundación Alborada y directora médica de la Unidad de Control Ambiental de la Clínica El Olivar. En su opinión, la cada vez mayor exposición a todo tipo de sustancias químicas está suponiendo un incremento significativo de diversas patologías. "En 1967 había un caso de cada 3.000 niños con autismo provocado por causas ambientales, pero en 2012 se habla ya de uno de cada 87", apuntó. Pese a ello, estos especialistas reconocen que no existe todavía suficiente conciencia sobre esta vinculación, "porque estamos ante un nuevo paradigma de la medicina", explicó Pilar Muñoz. Algo que comparte el doctor Nicolás Olea, catedrático de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada: "Está más de moda señalar a los genes que al medioambiente como causa de enfermedades, pero está demostrado que el cáncer de mama se incrementa de forma llamativa cada año, mientras que la fertilidad disminuye al mismo ritmo. No hay una asociación inequívoca con la causa, pero sabemos que la exposición química influye mucho", subrayó, matizando que en el diagnóstico "rara vez se pregunta al paciente por cuestiones relacionadas con su entorno, con su historial clínico ambiental".

Las jornadas de ayer no sólo pretendían sensibilizar a la población para que ponga en práctica hábitos de vida saludables y apuesten en mayor medida por los productos naturales, sino también realizar un llamamiento a los fabricantes y, principalmente, a las administraciones. "Pedimos que se respete el principio de precaución y que no salgan al mercado sustancias que no se ha demostrado su inocuidad. Y que, además, no solo se contabilicen las dosis permitidas de sustancias tóxicas que lleva cada producto, sino el efecto que produce la suma de todas esas pequeñas dosis en el conjunto de productos que utilizamos diariamente", planteó Muñoz. En este sentido, Olea manifiesta que "los fabricantes están sujetos a las reglas impuestas por Bruselas, aunque a veces van por delante de las administraciones en el desarrollo de productos sin componentes perjudiciales. Lo que hace falta es mayor compromiso institucional por la prevención, que es la gran olvidada".