La gran frustración de Julio Sánchez --tanta que aún llora cuando la recuerda-- fue la desaparición de la Asociación Lírica Cordobesa, que ayudó a nacer, presidió en dos etapas y vio morir ante una retirada del apoyo de las instituciones que todavía no se explica.

--¿Cuál fue la génesis de la Asociación Lírica?

--José Miguel Odero, otro enamorado de la zarzuela, me propuso que la formáramos. Nos fuimos en busca de Emilio Asensio, programador de los cines de Sánchez Ramade, y se sumó a nosotros. Luego acudimos al presidente y vicepresidente del Centro Filarmónico, que eran Alfonso Castillo y Francisco Páez, y entre todos formamos en 1986 una comisión organizadora para ver si podíamos hacer que la zarzuela viniera a Córdoba. Porque de Despeñaperros para abajo Córdoba es la plaza más zarzuelera de España.

--Y así surgieron las Semanas Líricas, que ofrecieron lo más granado del género chico.

--Hay un periplo de 21 años de vivencias, 21 temporadas. Guardo recuerdos muy tristes y muy alegres a la vez. Alegres porque a partir de 1993, que ya eran producciones propias que tenían como asesor general nada menos que a Pedro Lavirgen, conseguimos la dignificación de la zarzuela. Algunas de nuestras representaciones superaban a las del Teatro de la Zarzuela de Madrid. Llegó a tomar cotas inusitadas, pero en el 2006 se dijo "esto se acabó".

--¿Por qué se dejó morir la Semana Lírica de Córdoba?

--En el 2008 publiqué un libro, Un proyecto inacabado lo titulé, donde se narra todo, aunque ese porqué todavía me lo sigo preguntando. Me pregunto qué intereses cruzados pudo haber, porque se perdió una referencia cultural de primera línea. Todos los años se colgaba el cartel de no hay entradas, venía público de toda Andalucía, pasaron por allí las mejores voces... Cuando en Madrid se enteraron de que en el 2007 no habría Semana Lírica se pusieron a mi disposición todos los artistas líricos que por Córdoba habían pasado, dispuestos a trabajar por debajo de su cachet.

--¿Se sintieron abandonados por las instituciones?

--Yo quisiera que las autoridades cordobesas me digan por qué se acabó aquello. En una época en que la Asociación Lírica debía 12 millones de pesetas avalados por cuatro señores de la directiva fue Cajasur la que la salvó. En enero de 1993 se hizo una gala pro asociación en el teatro Góngora; nadie cobró y vinieron las principales figuras. Con el dinero hecho en taquilla se pudo pagar deudas y en septiembre formamos nuestra producción propia y así salimos adelante.

--Hasta el 2006, en que fue la debacle.

--Ese año el Ayuntamiento nos dio 12.000 euros, pero en lugar de cedernos el Gran Teatro nos cobraba por el alquiler 24.300 euros. Nadie se explica aquello. Cajasur, de 42.000 euros de pronto nos baja a 9.000; la Junta idem de lienzo. La única que guardó el dinero por si se celebraba la 22 Semana Lírica fue la Diputación. Mandamos cartas a todas las autoridades, ninguna nos contestó. Las instituciones dejaron morir la Semana Lírica de Córdoba. Nos abandonaron a nuestra suerte sin darnos explicaciones. Aquello me costó muchas visitas al psicólogo, se me fue parte del alma.

--¿Nacerá algún día de sus cenizas?

--Córdoba tiene potencial artístico para que la Semana Lírica renazca como el Ave Fénix.