Somos lo que recordamos, y eso es lo que tiene de infinita crueldad el alzheimer. Pero quizá me equivoque. Quizá también somos lo que hemos dejado detrás: años de trabajo, las personas a las que hemos amado, la felicidad que vamos dejado... Y los años que estamos cotizando a la Seguridad Social. Por eso, los enfermos de alzheimer y sus cuidadores tienen derecho a ser ayudados por la sociedad. Los que no tienen derecho a tener alzheimer, a recortar o a retrasar pagos son los ordenadores de la Administración.