Al principio, nadie quiere comentar mucho sobre el tema. Algunos vecinos admiten que el carácter de la familia de Ruth Ortiz "es muy reservado y callado", por lo que conocen algunos detalles de la desaparición de Ruth y José gracias a lo que se va publicando en la prensa o la televisión. "Este es un barrio muy tranquilo, lo que pasa de puerta para adentro es de puerta para adentro", afirma Justo Chamorro, del Bar Antiguo Estadio, muy próximo a la vivienda de la abuela de los pequeños. Un poco más abajo, en la tercera planta del bloque número 12 había vivido el matrimonio, pero otra vecina precisa que los chavales que ahora ocupan el piso "están hasta el gorro" de recibir a los medios de comunicación.

En Huelva el ambiente no es tan exaltado como en Córdoba. María del Carmen se encuentra paseando a su perro y confirma a este periódico que "estamos muy pendientes del tema, lo sigo siempre en las noticias" e incluso cuando está en su lugar de trabajo, si los pequeños aparecen en alguna cadena, todo el mundo presta atención a lo que sucede. No obstante, en esta ciudad "somos tranquilos, no somos de movilizarnos cuando pasa algo", admite esta vecina.

Otra de las vecinas que sí conoce a la abuela de Ruth y José recuerda que solía estar con los pequeños "para aquí y para allá", porque la madre estaba trabajando. Ahora la familia "no se ve mucho por el barrio", destaca, aunque de vez en cuando se cruza con ella "con las canastas, yendo y viniendo al coche". La mujer se quedó viuda muy joven y tuvo que sacar adelante a sus tres hijos. "Son muy reservados y muy educados", añade.

En el bloque donde se encuentra el piso de la familia, y donde algunas personas apuntan que Ruth Ortiz fue a vivir con su madre después de la separación, ninguno de los vecinos quiere hacer declaraciones. Al llamar al porterillo de la que se supone que es su casa, una voz de mujer responde que no desea hacer declaraciones a la prensa.

El ambiente de la calle

Justo Chamorro afirma que nunca ha tenido la oportunidad de hablar con Ruth Ortiz, pero su marido sí que acudía al bar de vez en cuando. "Era una persona normal, no vi nada raro con los niños, sino todo lo contrario", precisa. José Bretón había causado la misma impresión en el resto de los negocios de la calle en la que vivía en Huelva. Todas las personas preguntadas destacan que era agradable y siempre saludaba, aunque en algún caso también apuntan que hablaba "lo mínimo".

Francisco Barraso, de B.R. Automoción, señala que Bretón le llevó alguna vez su coche a reparar y "no creo que este hombre hiciera algo así, porque no lo veía como para eso". Todos los días pasaba por la puerta cuando los niños salían del colegio y Francisco recuerda que "me enteré después de la separación y eso", pero el ahora único procesado por la desaparición de sus hijos "era una persona normal", a pesar de que "hablaba lo mínimo, por lo menos con nosotros". En este taller habían escuchado que la Policía seguía una pista en Rumanía y Francisco apuntaba que "¡ojalá estuvieran allí!". En este sentido, el mecánico asegura que "todos los vecinos deseamos que aparezcan vivos y si están como estén, que aparezcan".

Por su parte, Manuel Deliz, de C.P.U. Informática, señala que su relación con José Bretón fue "muy pasajera", porque pasó por su tienda en alguna ocasión.