"¡Nos vemos en la piscina del Figueroa, tío!", se despedían ayer dos niños de Primaria del colegio Mediterráneo antes de salir corriendo para empezar las vacaciones de verano.

Ayer fue uno de esos días mezcla de risas y llantos, risas de los que tienen tres meses por delante para divertirse y llantos de los que se han quedado con asignaturas pendientes. "No me esperaba suspender matemáticas, creía que lo había aprobado todo, no es justo", se quejaba ayer a su madre Jesús, alumno del Carmen contrariado ante la perspectiva de tener que seguir haciendo números entre chapuzón y chapuzón. Sonrientes y acalorados, miles de niños abandonaron ayer las aulas después de un día especial en el que hubo de todo menos lecciones. "Hemos jugado toda la mañana, en el recreo nos han dado pizza y chuches, unas niñas han cantado y al final le hemos dado un regalo a la señorita", explicaba Juanma entusiasmado mientras mostraba a su padre la bandera de España que llevaba dibujada en la cara.

Entre los padres y madres, que ahora deben afrontar el cuidado de los hijos sin ayuda exterior, opiniones para todos los gustos. "Me alegro por ellos, porque el curso ha acabado y pueden disfrutar, pero para los que tenemos hijos pequeños es complicado, hay que buscar a alguien que se quede con ellos mientras vamos a trabajar y la cosa no está muy boyante como para contratar a alguien", explicaba Carmen R., que tiene previsto dejar con los abuelos a sus dos hijos de 5 y 7 años.