--Hielo de Córdoba supera ya las tres décadas. ¿Cómo nació?

--Esta empresa la montó Antonio García Torralbo con un amigo. Vieron que podía haber negocio en este sector y empezaron en un garaje de la calle Jesús Nazareno, con dos máquinas de hielo, siete congeladores y una envasadora manual. Su principal cliente eran las gasolineras. De ahí se trasladaron a la calle Luis Valenzuela, ya con varios trabajadores y una cámara frigorífica pequeña. Al aumentar el negocio dieron el salto a esta sede actual, en el polígono Amargacena.

--Tuvo entonces un buen ritmo de crecimiento.

--Hielo de Córdoba siempre ha sido pionera, siempre ha innovado, ha introducido nuevos productos y servicios con criterios de calidad y agilidad en el reparto. Por ejemplo, fue la primera en Andalucía que montó el servicio exprés directo para la hostelería, que no existía en Córdoba, para discotecas, locales de ocio nocturno, bares y terrazas, un segmento que desde los años noventa estaba en alza. Puso sus propios congeladores en los bares a los que servía el hielo, otro servicio innovador que se impuso en el mercado.

--Y usted... ¿Cuándo entra en esta historia?

--En el año 2002. Yo estaba estudiando Derecho, pero también hacía de relaciones públicas de discotecas y conocía el mundo del ocio nocturno y la hostelería. El gerente de Hielo de Córdoba era Antonio Ortiz González de Canales, que me propuso echar con ellos unas horas para meter albaranes en el ordenador. Con este trabajo me di cuenta de que había posibilidad de captar nuevos clientes en el segmento nocturno y, al proponérselo, me dieron luz verde para hacer de comercial. Entonces se vendían de 250.000 a 300.000 bolsas, y para el año 2004 se habían duplicado las ventas.

--Empezó como empleado.

--Sí. Cuando llevaba unos años en la empresa, Antonio Ortiz González de Canales no podía continuar por otros negocios familiares, y Antonio García Torralbo me ofreció la gerencia, lo cual me encantó. Y, a los dos años, fue él el que tuvo que ocuparse de otras tareas y pensó en vender el negocio.

--Ahí asume usted la propiedad.

--Es que este negocio requiere mucho tiempo y atención, es, como el sector al que presta servicio, muy esclavo. Yo estoy con el móvil las 24 horas del días (la verdad es que el teléfono suena al menos diez veces durante la entrevista). Bueno, pues Antonio decidió la venta y yo decidí comprar esta empresa, que era un buen negocio con el prestigio de 26 años de antigüedad.

--Antes ya había dejado de ser fábrica de hielo. ¿Por qué?

--El paso de fabricante a distribuidora fue traumático en su momento, pues hubo que ajustar algo la plantilla, y en una empresa de pocos trabajadores las relaciones personales son muy importantes, y más en mi caso, que había empezado desde abajo. Pero hubo que hacerlo. Nos dimos cuenta de que no llegábamos a producir suficiente para abastecer a nuestros clientes (eso me enseñó otra cosa, que hay que planificar bien la labor comercial, pues aumentaron las ventas más de lo que esperábamos). Además, empezó a imponerse un cubito de hielo más grande, y fabricarlo nos hubiera obligado a hacer una fuerte inversión en maquinaria que no se iba a compensar con los beneficios. Optamos por dejar de fabricar y ser distribuidores, haciendo una fuerte apuesta por la calidad, pues nuestro producto procede de los grandes fabricantes de España, de los que tenemos el apoyo. Y con ese hielo volvimos a ser pioneros.

--Ahora que es el patrón, ¿cómo lo lleva?

--Sigo teniendo mucha visión comercial, estoy mucho en la calle, me parece fundamental el contacto con el cliente, hacer seguimiento de la calidad y mejorar el servicio.

--Pero usted asumió la propiedad justo cuando empezó la crisis económica.

--Mi experiencia empresarial es complicada desde el primer día. Una cosa es ser gerente y otra empresario, y en plena crisis se suman nuevos gastos, como el pago del alquiler de la nave y del préstamo que pedí para adquirir el negocio.

--¿Y cómo se las arregló?

--Bajando gasto y bajando mi sueldo, pues no quise tocar el de los otros empleados. Las ventas han bajado, y es normal, pues con la crisis la gente de lo primero que se quita es de los gastos de ocio, y en concreto el negocio del ocio nocturno, uno de nuestros grandes clientes, ha caído un 70% estos años.

--Le tocó 'inventar' de nuevo.

--Pues sí. Nos hemos enfocado hacia el ocio hogareño, y también distribuimos directamente el hielo a particulares de zonas como las parcelaciones o el Brillante. Y ahora tenemos un importante segmento de ventas en el hielo picado, por ejemplo. También empezamos a distribuir menaje de plástico y pronto comercializaremos un nuevo producto, los Granizados de Autor. Así hemos conseguido que la bajada de ventas quede entre el 8 y el 10%. El abanico de nuestros clientes es inmenso, desde las gasolineras, supermercados, negocios de hostelería o tiendas de 24 horas hasta los principales catering , los hoteles o el hospital. Todo en un radio de 30 kilómetros en torno a la capital.

--¿Y cómo ve el futuro?

--Espero verme más tranquilo, que la crisis pase pronto, que recuperemos ventas y vayamos a más productos y servicios. Si una empresa como la nuestra sigue aquí contra viento y marea cuando hasta los grandes, lo que parecía impensable, han caído, pienso que habremos aprendido mucho. Y es que las empresas han vivido, como los particulares, por encima de las posibilidades, y los que mejor están resistiendo son los que menos se han endeudado, pues esta crisis ha sido bancaria.