Ni en sus peores pesadillas, Francisco y Dolores podrían haber imaginado que todos sus ahorros, el resultado de una vida de trabajo en el campo, de años recortando de aquí y allá para guardar como hormiguitas un pequeño capital con el que garantizarse una vejez tranquila, les sería arrebatado de un plumazo. A sus 88 años, aquejado él de alzhéimer y ella de una hemiplejia consecuencia de un ictus cerebral, no son conscientes de haberlo perdido todo. Como tampoco fueron conscientes de ser víctimas de un timo el día en el que Pepe, persona de confianza y jefe de zona de su banco, entró en casa para invitarles a firmar unos papeles que, lejos de ser el plazo fijo prometido, les ligaría de por vida a un producto financiero complejo llamado participaciones preferentes.

Dos palabras de las que nadie había oído hablar hace unos años en Villanueva de Córdoba y que desde el mes de enero quitan el sueño a 285 familias. "Mis padres firmaron la compra de participaciones preferentes como podían haber firmado cualquier cosa que viniera de un amigo de la familia que les explicó que su dinero iba a estar seguro, que lo podrían retirar en 48 horas a partir de los tres meses y que les iba a dar un dos y pico de interés", explica Pedro Vera, uno de los hijos de Francisco y Dolores, que ha convertido en una cruzada personal la defensa de los derechos de los afectados por este fraude financiero.

Durante la entrevista, Pedro no para de mostrar documentación que prueba la indefensión de sus padres, que firmaron con huella dactilar y letra casi ilegible contratos de alta complejidad y hasta un test Mifid que otorga a su padre conocimientos propios de un asesor financiero cuando, antes de sufrir los efectos del alzhéimer, apenas sabía leer ni escribir. "Durante dos meses, he pasado una media de dos horas en el despacho de la persona que estafó a mis padres y a otros muchos en situación similar, mayores, enfermos, discapacitados, pidiendo documentos, intentando entender lo que había pasado, pero lo único que he conseguido ha sido desahogarme, nadie nos ha pedido perdón, han querido echarme de allí con la Guardia Civil, pero en el banco siguen trabajando las mismas personas como si nada, con la impunidad que les permite decir que si no nos gusta lo que tenemos, que denunciemos".

A Pedro, su lucha le ha llevado a hacer un máster casero en finanzas y a alzar la voz en la radio local para alertar a los afectados de los movimientos que realiza la entidad catalana para solucionar el problema. "Después de la propuesta de canje (cambiar las participaciones preferentes por obligaciones convertibles, otro producto tóxico que les permitiría recuperar una parte del capital), lo último que ofrecen es un crédito pignorado, es decir, un préstamo de nuestro propio dinero con intereses, ¿estamos locos?, solo queremos que nos devuelvan lo que es nuestro".

A día de hoy, mientras los medios anuncian el rescate de entidades financieras, Pedro está convencido de que sus padres morirán sin haber recuperado su dinero. "Nos han reunido para negociar, pero no negocian, te ofrecen lo que ellos quieren y te dicen que lo tomes o lo dejes", afirma, al tiempo que explica que la gente no denuncia "porque no tiene dinero para hacerlo, porque saben que los bancos actúan con el amparo de las instituciones y están en situación de inferioridad y porque no confían en la justicia". La historia de Villanueva y las participaciones circula ahora en internet, en el vídeo Mi dinero ya no es mío, del periodista Alberto Almansa. Ya ha recibido casi 30.000 visitas.