Juan de la Cruz y Carmen Cabello nunca tuvieron dudas de que en lo que al número de hijos se refiere, tendrían tantos como Dios quisiera. Creyentes y miembros de una comunidad neocatecumenal, nunca han usado métodos anticonceptivos y están dispuestos a mantener la norma a pesar de que ya han sufrido tres abortos y actualmente son padres de seis hijos. Se casaron hace 14 años, con 26 y 24 años respectivamente y, según cuenta, "del viaje de novios, volví embarazada". Hace poco que cambiaron de casa porque la anterior les venía pequeña. "Vivimos de alquiler porque no nos podemos plantear comprar una casa, así que cuando nos queda pequeña, buscamos una más grande", explica Juan, al tiempo que uno de los niños asegura que tener tantos hermanos es genial. "Si fuera por ellos, tendríamos más porque siempre están preguntando que cuándo viene otro hermanito", comenta la madre. Los ocho viven con el sueldo de Juan, que trabaja en un concesionario de coches. Carmen, que comparte con él las tareas domésticas, cuida de los hijos (los pequeños no van a la guardería) y afirma ser muy feliz haciéndolo. En lo que se refiere a la economía familiar, lo tienen claro. "Nosotros no podemos ahorrar, vivimos al día, pero tenemos mucha fe y sabemos que Dios nos ayuda a salir adelante, el cristiano no tiene crisis", afirman. Más allá de su comunidad eclesiástica, en la que el nutrido número de hijos es habitual, el mundo los ve como una rareza. "Los dos venimos de familias muy numerosas y para nosotros es lo normal, hasta hace unos años era algo habitual, pero ahora muchos piensan que tener seis hijos es una locura, cuando es una maravilla", aseguran. Aunque sacar adelante a seis hijos supone un esfuerzo importante, ambos coinciden en que cuando hay muchos niños en una casa "se crían mejor, así nunca se aburren como les pasa a los hijos únicos, se entretienen entre ellos, estudian juntos y se motivan". En cuanto a los gastos, Carmen cree que "la gente tiene una idea equivocada sobre las familias numerosas, los que tienen un hijo imaginan que es como uno multiplicado por seis y no es así, hay muchas cosas que unos heredan de los otros y como dice el refrán, donde comen cuatro, comen seis, para que un niño sea feliz lo importante no es que tenga muchas cosas, lo material es algo secundario", afirman. A la hora de salir a la calle, tampoco se cortan. Tienen un coche de nueve plazas y siempre que pueden van andando.