Después de una intensa vida y larga producción fuera de Córdoba, tras obtener premios internacionales y dejar sembrados monumentos por media España, EEUU, Argentina y otros países, a finales de los ochenta Aurelio Teno decide regresar a casa, a sus raíces de Los Pedroches. El azar --la campanilla de su ángel dice él-- le puso por delante la posibilidad de adquirir un monasterio desamortizado y en ruinas que en tiempos estuvo dedicado al culto a San Onofre. En su honor restauró una capillita laica donde ahora se refugian los más de 20 gatos que se pasean por Pedrique en armonía con otro buen puñado de perros.

Han pasado más de dos décadas desde el encuentro con Pedrique de este hombre que ante todo cree en el destino. El lugar donde Teno instaló taller, museo y hogar, renacido pronto de los escombros, conserva el "tirón y el pellizco" que enamoró al artista y despertó la curiosidad de toda Córdoba, deseosa de conocer tan singular rincón. Un espacio habitado por el arte --rotundo y sobrecogedor cuando da vida a hierros y leños, delicado y sutil con los metales preciosos-- donde se funden realidad y fantasía.

--¿Cómo supo que había llegado la hora de replegar velas?

--No lo supe, fue el destino. Nosotros veraneábamos en Nerja y el dueño de esto, un tal Bernando Pozuelos, me propuso vendérmelo. Yo, que no creo en la propiedad ni en amasar dinero, tenía ya mi molino en Gredos. Pero aun así me acerqué a conocer esto. Pedrique estaba hecho una ruina y lleno de murciélagos, pero me pegó el pellizco. Se lo compré en cinco millones de pesetas y una escultura grande de madera. Luego fui comprando los terrenos de alrededor.

--No sé si este paisaje casi virginal cambió su concepción del arte, pero lo cierto es que empezó a hacer esculturas cada vez más apegadas a la naturaleza y sus recursos.

--El medio influye mucho. Todos esos insectos que ves por aquí en bronce son los que yo veo en el campo, metaformoseados a mi manera.

--Aquí no solo estableció su hogar. Recuerdo la ilusión que tenía cuando tras la restauración instaló su estudio y un museo permanente fruto del convenio con el Ayuntamiento de Pozoblanco. ¿Se han cumplido todas sus expectativas?

--Yo le ofrecí al Ayuntamiento vendérselo, para no tener la tentación de venderlo a algún particular. Y me dijeron: "Sí, pero contigo dentro". Se estableció una renta vitalicia y ya está. Lo que pasa es que lo que hay dentro de la casa y las obras de arte no entran en el convenio, eso si lo quieren que se pongan de acuerdo con mis herederos. El Ayuntamiento lo tiene muy cuidado, ya ves que están pintando todo. Construyeron una casa para el guarda con un comedor enorme para las excursiones que organizan. Viene mucha gente.