Después de años en los que la cultura y la investigación han estado subvencionadas, hablar del fin del crédito público parece sonar a hecatombe. Sin embargo, hay quien piensa que solo es el inicio de una nueva era basada en la independencia. Vivir de la subvención tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Apostar por lo oficial no siempre es lo más inteligente. En tiempos de crisis, no queda más remedio que poner toda la carne en el asador, arriesgar, propiciar tormentas de ideas. Corren malos tiempos para la financiación, pero quizás no sea tan mala época para sembrar los frutos de una imaginación libre y fructífera.