Hace un mes que Ana no acude con su marido, como ha hecho a diario durante los últimos años, a la Asociación San Rafael de Alzhéimer (que empezó con cinco socios y ahora tiene más de 80 y lista de espera). La enfermedad atraviesa una fase de letargo que impide a Paco participar en las actividades, así que pasa los días en casa, donde tiene la ayuda de una mujer, Toñi, "que es otra hija para mí", dice cariñosa. Socia fundadora de la asociación, relacionarse con otras familias en situación parecida ha sido fundamental. "Yo siempre he tenido un carácter alegre, pero cuando estuve mal me animó ir al centro". Y añade: "Yo tengo la gran suerte de tener a mis hijos, que para mí son héroes de cómo se han portado con su padre, y aún así cuesta y te hundes, no quiero ni imaginar cómo lo pasarán las criaturas que estén solas".