Consciente del privilegio de nacer en el seno de una familia donde la cultura se movía a sus anchas, Rosario Castejón ha dedicado buena parte de su vida al estudio, por fidelidad a sus mayores. Podía haberse quedado en las nociones de piano y pintura que en su época se impartían a todas las señoritas de su clase. Pero a ellas añadió en cuanto pudo conocimientos de árabe --sin duda influenciada por el padre-- y, dando un giro a su destino de simple ama de casa, acabó la carrera de Filosofía y Letras en Madrid y, ya casada, se dedicó a la enseñanza de Historia del Arte en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba. Sus antiguos alumnos la recuerdan con afecto, y ella, a la hora del balance, se queda con lo mejor: el cariño recibido.